jueves, 7 de abril de 2011

Ayer, en la Universidad Rey Juan Carlos.




     Resultó ser una jornada muy especial en la que, por primera vez, desde que comenzó este calvario, tuve la oportunidad de dirigirme a una audiencia compuesta por jóvenes, y no por personas cuya media de edad supera los 50.

Con una Sala de Grados abarrotada (algunos estudiantes tuvieron que seguir la charla sentados en los pasillos laterales), y aunque 3 o 4 entraron en plan "juguetón" (ya sabemos todos lo de "otro rollo que nos van a contar"), justo es reconocer que inmediatamente entraron "en materia". A los pocos minutos, el silencio de la Sala era total; ni un pestañeo, ni un comentario, ni una risita de esas que los jóvenes universitarios suelen utilizar para poner nervioso al ponente, que para eso es el ponente, ¡¡qué caramba!!. 8)

Durante la hora que duró la charla, como digo, mucha atención, muchísimo respeto por lo que allí se estaba diciendo y caras de asombro que mostraban a las claras el pasmo que les entraba por el cuerpo ante los hechos de los cuales, naturalmente, no tenían ni idea.

El consabido mantra del "timo de la estampita", ha penetrado hasta cualquier rincón de este desdichado país, hasta llegar a espacios como son los de las Universidades, lugares estos en los que el conocimiento y el saber deben ser la base y pilar de su funcionamiento. Afortunadamente, otro factor, el más importante de todos, en mi opinión, tal cual es el plantearse preguntas, interrogantes y tener curiosidad por llegar hasta el fondo de las cuestiones, si que estuvo presente en la Rey Juan Carlos ayer, y de ahí que la Jornada resultase tan esclarecedora para ellos y tan gratificante para mi.

Si a todo lo anterior añadimos que ese encuentro me permitió retomar el contacto con el mundo universitario -algo que ya va para cinco años que tengo "en dique seco"- pues qué queréis que os diga...¡¡ que estaba feliz!!

Muchas gracias a la Rey Juan Carlos, a sus profesores, que pusieron especial cariño e interés en esta segunda convocatoria, a Raul, a Rus, a sus padres (¡¡sois grandes, amigos!!), y a quienes tuvísteis a bien acompañarme en el día de ayer, amigos y compañeros, (entre ellos estabas tú, querido JuanPe).

De verdad, sois todos fenomenales.

Otro pedacito más del dogma que ha saltado por los aires hecho añicos. Y seguimos avanzando.

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