El Saqueo de Afinsa (Libro)


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    En un momento como el actual en el que, con respecto a nuestro caso,  la intoxicación informativa y la maledicencia literaria están alcanzando cotas inimaginables, he considerado oportuno abrir este nuevo espacio en el Blog, con el fin de dar progresivo traslado de aquellas páginas de "El Saqueo de Afinsa - La verdadera historia de una intervención" que, según la ocasión y el devenir de los acontecimientos considere que deben estar expuestas en abierto, en aras al libre y pleno conocimiento de la opinión pública. Nunca como ahora, es tan importante que la información fluya.

Sirvan las primeras páginas de Introducción de "El Saqueo de Afinsa", para abrir este nuevo espacio cuya intención no es otra que trasladar al lector información veraz, rigurosa y plenamente contrastada -y avalada- por un extenso soporte documental, parte del cual aparece en la página web del propio libro:  http://www.elsaqueodeafinsa.com

En aras a mantener los derechos de propiedad intelectual a los que está sujeta la obra, y como deferencia hacia quienes han tenido a bien comprar el libro, solamente se reproducirán aquellos fragmentos del mismo que se consideren relevantes, en función del momento y de la actualidad informativa en que sean insertados.

Confío que esta iniciativa sea bien acogida por los lectores de este Blog. Comenzamos.


                                                  Nota de la autora

          De no haber tenido lugar los dramáticos acontecimientos del 9 de mayo de 2006, la realidad de Afinsa Bienes Tangibles, S.A. (AFINSA) sería, a día de hoy, muy diferente. Adentrarnos en la hipótesis se hace necesario para intentar comprender, en una primera aproximación, cuáles pudieron ser los motivos reales que impulsaron la intervención de esta compañía.

La empresa continuaría viva y operando en un sector altamente especializado: el de inversión de bienes tangibles y de colección, en el que, sin duda alguna, ocupaba una posición dominante.

De haber aceptado la oferta hecha por Citibank para salir a Bolsa, y gracias a la imponente capitalización bursátil resultante de dicha operación, Afinsa habría consolidado el puesto que ya ocupaba entre las 50 empresas españolas más importantes; por delante, incluso, de la propia RENFE.

Según estaba contemplado en el plan estratégico diseñado para el periodo 2006-2011, el grupo habría entrado de lleno en el potente mercado de inversión asiático de la mano de los dos gigantes con los que Afinsa ya tenía relaciones comerciales: India y China. A través de su filial americana, Escala Group, y gracias a la compra de A-Mark Precious Metals, Inc., incorporada en junio de 2005 al holding de más de veinte empresas que conformaban el grupo, Afinsa había quedado formalmente autorizada por la selectiva U. S. Mint (Casa de la Moneda de Estados Unidos) para llevar a cabo la venta de lingotes de oro y de oro amonedado de inversión (bullion). Esta compra estratégica habría permitido a la multinacional que era Afinsa sortear cómodamente las turbulencias financieras, auténtica amenaza para los bancos, que ya asomaban por el horizonte. La habrían convertido en una interesante alternativa al brindar a sus clientes la posibilidad de invertir en un bien tangible, el oro, y en otros productos de enorme atractivo para el inversor: diamantes, platino, y metales preciosos en general, cuya seguridad, cotización al alza y revalorización son incuestionables.

Sumemos a todo lo anterior el valor de una excelente red comercial, constituida por más de dos mil ochocientos asesores, y una cartera de ciento noventa mil clientes satisfechos como principales activos de la compañía, y llegaremos a la conclusión, sin temor a equivocarnos, de que el crecimiento y los beneficios de Afinsa en el tiempo habrían resultado, además de sostenidos, impresionantes.

Pero todo ello o, mejor dicho, tal vez por todo ello, el gran proyecto de lo que podría haber sido este holding empresarial se vio truncado aquel fatídico martes 9 de mayo de 2006, día en que tuvo lugar la intervención de la sociedad bajo la acusación de estar llevando a cabo un monumental fraude por medio de un sofisticado sistema de “estafa piramidal”.

Gran parte de la sociedad piensa que la medida resultó acertada porque obedeció a criterios de prudencia razonables, en aras a evitar un mal mayor; esto es, que la supuesta estafa continuase captando más incautos. Pero, también hay quien no duda en afirmar abiertamente que la intervención obedeció a una lamentable decisión política del Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero tras sucumbir a las presiones del todopoderoso sector financiero, que veía en Afinsa a uno de sus mayores competidores

Podría aducirse que no debo pronunciarme sobre cuál de las dos versiones es la correcta, ya que la instrucción del “Caso Afinsa” sigue su curso y la justicia no ha dictado sentencia final al respecto; pero lo cierto es que, tal y como veremos más adelante, en todo lo relativo a la intervención de esta compañía abundan más las “sombras” que las “luces”. A pesar del tiempo transcurrido, numerosos interrogantes continúan abiertos, y son muchas las preguntas que nos hacemos los perjudicados de las cuales, hasta la fecha, no tenemos respuesta judicial. Lo que sí ha quedado demostrado es que la llamada “Operación Atrio”, tal y como se la conoce en ámbitos jurídicos y policiales, únicamente pudo ponerse en marcha, dada la envergadura de la misma, por orden directa, o al menos con conocimiento, del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Tal y como se desarrolló, solo podía desembocar en la destrucción de dos compañías: Afinsa y Fórum Filatélico.

Ambas habían ejercido —durante 25 años la primera y 26 la segunda — una posición dominante en el sector de inversión de bienes tangibles. En el caso que nos ocupa, el grupo Afinsa llegó a alcanzar en su desarrollo la dimensión de holding internacional. Hoy, ninguna de las dos sociedades existe. A raíz de la intervención, las dos están siendo liquidadas.

El contenido de este relato es un compendio de situaciones vividas —y sufridas— en primera persona, de numerosas entrevistas realizadas y de abundante información, acumulada durante los más de cuatro años que han transcurrido desde aquel aciago martes 9 de mayo de 2006, fecha en que tuvo lugar la intervención.

En aras a mantener la objetividad, el relato exige de esta autora el esfuerzo de referir los hechos de la manera más disociada posible. No ha resultado ser ésta una tarea fácil. Como tampoco ha sido fácil la selección del título de la obra. Durante estos cuatro largos años, han dominado en mi mente las sensaciones vividas el día de la intervención. Aquella manera violenta de entrar en las dependencias de una y otra empresa, apoderándose de todo, o de la mayor parte, de lo que en ellas había, debía de tener en nuestro Diccionario de la Lengua Española una definición. En efecto. La tenía. La elección final del nombre de cabecera de este libro, El Saqueo de Afinsa, intenta reflejar, a modo de metáfora, el asalto policial de la sede de ésta compañía, como desencadenante y preludio de los graves daños que habríamos de sufrir miles de personas, y que estaban por llegar.

El libro incluye algunos artículos de opinión escritos, a título personal, en el pasado, que reflejan, a modo de denuncia, el dolor y la ruina que estas actuaciones han traído a mi vida y a la vida de miles de familias, y en los que me permito expresar mis sentimientos libremente, sin cortapisas. No deberán interferir mis opiniones sin embargo con el principal objetivo del libro, que no es otro que el de trasladar al lector, de forma rigurosa y documentada, la cruda realidad de los hechos.

No será ésta una narración abreviada ni simplificada. En las páginas que siguen a continuación encontrará el lector información detallada —que en ocasiones podrá, tal vez, parecer prolija—, con datos, fechas y referencias a documentos originales que ponen al descubierto un complejo entramado, minuciosamente planificado y cuidadosamente elaborado, para ejecutar con garantías de éxito lo que podríamos llamar un auténtico expolio que, sin embargo, no es percibido como tal por la opinión pública.

La sociedad española, y muy especialmente quienes de una u otra forma han resultado perjudicados por dicha operación, merecen conocer la verdad. Juzgue el lector.

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Capítulo II
EL DOGMA PETRIFICADO

Se interviene Afinsa. La investigación está bajo secreto de sumario y, sin embargo, las cámaras de Telecinco, estratégicamente situadas en la Calle Génova, de Madrid, frente a las puertas de la sede, retransmiten el registro policial en tiempo real. Las imágenes muestran una calle bloqueada por furgones policiales, plagada de agentes armados hasta los dientes y policías de Aduanas entrando y saliendo del edificio con bolsas negras. A Telecinco se suman en poco tiempo las televisiones de otras cadenas, un nutrido grupo de fotógrafos de prensa y locutores de emisoras de radio. El objetivo no es otro que el de vender un falso montaje.

La inquietante puesta en escena no obedece en absoluto a la propia del registro de una empresa, y sí a la de la intervención violenta de una banda de peligrosos delincuentes. En semejante tipo de actuaciones, los policías corren el riesgo de ser recibidos a tiros, y el botín, cuando se encuentra, resulta ser un alijo de droga, de mercancía robada, de fajos de dinero ilícito o falsificado. Lo que nos muestran ese 9 de mayo de 2006 es el escenario propio del desmantelamiento de una red de mafiosos, de la detención de unos secuestradores que custodian un zulo, o de unos terroristas pillados con las manos en la masa durante la operación de montaje de una furgoneta bomba.

¿Para qué aquellos perros, aquellas armas, aquellas bolsas negras?, ¿creían los que idearon ese operativo que los directivos o los empleados de Afinsa repelerían a tiros a la policía?, ¿creía el Ministerio del Interior o el juez que ordenó el registro que en la sede de Afinsa se guardaban drogas o alijos de objetos robados?, ¿dinero ilícito, tal vez?, ¿por qué ese montaje?

La respuesta es sencilla. Y perversa. Una mentira no se convierte en verdad por mucho que se repita. Una mentira lo es siempre, de principio a fin. Pero una mentira que se repite miles de veces, finalmente crea una apariencia de verdad, y termina por convertirse en dogma. Pero no quiero confundir al lector. No estoy hablando de un dogma religioso o un Dogma de Fe, cosas ambas muy diferentes a lo que realmente quiero referirme. Hablo de “dogma”, ateniéndome al diccionario de la Real Academia, como de “aquella proposición que se asienta por firme y cierta y como principio innegable”. Una estrategia que Goebbels hiciera famosa en la Alemania nazi, pero cuya formulación teórica es muy anterior a esa siniestra etapa de la historia y que merece ser traída a colación.

A finales del s. XIX, una corriente de investigación histórica propuso la Teoría del Dogma Petrificado, según la cual una falsedad, por repetición, es aceptada por las masas como una realidad hasta el punto de convertir la mentira en un dogma aceptado como cierto. En un principio del proceso, el dogma puede tambalearse; puede surgir quien lo cuestione, y ese es el principal riesgo al que se enfrenta el autor (en este caso, autores) de la falsedad. Tiene que pasar cierto tiempo para que el dogma se petrifique, se consolide, hasta hacerse casi indestructible.

Antiguamente, ese proceso de petrificación podía tardar décadas, o incluso siglos. Fue Goebbels quien consiguió reducirlo a cuestión de meses. La estrategia no es otra que la de repetir la mentira elegida una y otra vez, por todos los métodos, a todas horas, de manera continuada, insistente y machacona. Sin descanso. Hoy, gracias a los medios de comunicación, la petrificación del dogma puede conseguirse en mucho  menos tiempo del utilizado por el ideólogo de la Alemania nazi.

Eso fue lo que sucedió aquel día 9 de mayo de 2006: la puesta en marcha de una increíble red de falsedades, de mentiras, desde primera hora de la mañana, que perdura para muchos hasta el día de hoy. Los perros, las armas, las bolsas negras, la desproporcionada cantidad de furgones y de policías, tenían una finalidad muy concreta. La presencia de las cámaras de televisión, apostadas frente a la sede de Afinsa desde el primer instante de la intervención, buscaba crear y petrificar el dogma con la mayor rapidez posible. Se perseguía un objetivo múltiple: en primer lugar, transmitir la idea de que desde Afinsa se habían cometido hechos terriblemente delictivos que merecían semejante despliegue; en segundo lugar, algo igualmente perverso: destruir en cuestión de horas, o de minutos, la imagen de credibilidad que la compañía se había labrado durante más de un cuarto de siglo; y, por último, neutralizar cualquier intento de autodefensa por parte de sus gestores. Una vez petrificado el dogma, cada declaración, cada afirmación, cada imagen de un directivo de Afinsa, sería la declaración, la afirmación o la imagen de un delincuente. Para eso se dio aviso a Telecinco. Para eso las armas, las bolsas negras, los perros, los fusiles de asalto…

En este escenario de pesadilla, la primera mentira corrió como un reguero de pólvora. A media mañana no había manera de conectar una cadena de televisión, una emisora de radio o un periódico digital que, de forma premeditada o inocente, no estuviera actuando como correa de transmisión de una información que lanzaba idénticos mensajes: un nutrido destacamento de policías con perros, armas y bolsas negras salía y entraba de la sede de Afinsa. Se había detenido a toda la cúpula directiva. Esa era la noticia sensacionalista que debía ser difundida una y otra vez.

Pero todo lo anterior no era suficiente. Hacía falta algo más, un detalle realmente importante. Para que el plan surtiese el efecto deseado, los clientes tenían que dirigir sus miradas, sus iras y sus reproches hacia la compañía saqueada. Una segunda y tremenda falsedad comenzó entonces a deslizarse en paralelo a la anterior. Y con los mismos métodos. Los urdidores de la trama necesitaban otra mentira añadida, y los titulares de prensa les facilitaron el trabajo: ¡impresionante estafa piramidal a miles de clientes! Ese era el dogma.
  
Afinsa, según los saqueadores goebbelianos, había estafado a sus clientes. La compañía de bienes tangibles había montado, en el transcurso de veinticinco años, una enorme trama para robar a las personas que le habían confiado sus inversiones. Esos tenían que ser los titulares. Con ellos, el dogma se petrificaba a la velocidad deseada. En aquel 9 de mayo de 2006, España entera se acostaría creyendo a pies juntillas todo lo que había visto y oído a través de los medios de comunicación: los propietarios y los directivos de Afinsa eran unos estafadores. Y, lo mejor de todo: las más de 190.000 víctimas conformarían, a partir de ese momento, una confusa, dispersa y desorganizada marabunta de clientes que serían, además, tachados por la sociedad de listos y avariciosos que tendrían que terminar por admitir —sí o sí— haber sido estafados por la compañía saqueada. ¡Bien merecido lo tenían! En términos de diseño, y a la vista de los resultados obtenidos, justo es reconocer que fue una operación perfecta y tan magistral como maquiavélica.

Durante los días sucesivos al 9 de mayo, la operación de desgaste y el acoso mediático continuaron sin tregua. Abierta la veda y petrificado el dogma, la parte más dura del trabajo estaba hecha. Ya sólo bastaba alimentar la hoguera con cualquier material combustible que se encontrara a mano y dejar que las cosas siguieran su curso. Analistas y tertulianos radiofónicos y televisivos, que no tenían ni la menor idea de lo que realmente estaba sucediendo, se prestaron al juego de los saqueadores, de manera voluntaria y entusiasta, en un ejercicio de linchamiento colectivo al que se podía apuntar cualquiera. Las mentiras se iban deslizando e introduciendo en la psique colectiva de los españoles ante el pasmo y la mirada crédula de millones de personas, pero también ante la angustia de quienes no creíamos tan graves acusaciones: Afinsa no tenía sellos —decían— y, aún en el supuesto de que los tuviera, eran falsos; Afinsa tenía un agujero patrimonial de miles de millones; Afinsa no tenía liquidez para atender sus compromisos inmediatos; Afinsa había evadido capitales al extranjero; un alto cargo de Afinsa había escondido 10 millones de euros en un zulo de escayola construido en su lujoso chalet de la exclusiva urbanización de La Moraleja, en Madrid; Afinsa…

El cruel y frío Goebbels no lo hubiera hecho mejor. Con el tiempo, sin embargo, las cosas han cambiado. Aunque muy lentamente, la verdad se está abriendo paso. Todas y cada una de esas acusaciones, junto con otras igualmente graves, se han ido cayendo. Pero derribar un dogma petrificado es muy difícil. Una vez que la mentira se ha consolidado, es necesario llevar a cabo un enorme esfuerzo para restituir la verdad. Y, para ello, no basta cualquier método. Hay que desmontar el dogma pieza a pieza, buscar cada dato, cada evidencia, cada documento. Hay que romper la piedra con enorme paciencia para atravesar una densa barrera de escepticismo; aportar mil certezas por cada falsedad férreamente instalada, y hacerlo de manera definitiva, sin dejar un mínimo resquicio en el que pueda ocultarse, agazapada, la duda. Ardua y constante labor ésta —pero necesaria—, a la que están dedicadas las restantes páginas. A destruir la gran mentira y a exponer la verdad.

Cuando un Estado interviene una empresa lo hace para proteger los intereses de sus clientes, de sus empleados, de sus acreedores y, en última instancia, para tratar de salvar la propia empresa. Esos, y no otros, deben ser los motivos que justifiquen una intervención. Pues bien: en el caso de Afinsa ni uno sólo de los objetivos se ha cumplido. Los clientes no hemos recuperado un céntimo de nuestro dinero; de hecho, lo hemos perdido todo, los empleados fueron fulminantemente despedidos, y la empresa cesó su actividad en el mismo instante en que fue intervenida. Nadie, aparentemente, ha salido beneficiado de las actuaciones de la Fiscalía Anticorrupción.





Capítulo III
EL VALOR DE AFINSA

La Historia y la Literatura, están llenas de ejemplos. Para que exista un saqueo tiene que existir, igualmente, un expolio: el llamado “botín del vencedor”. Algo que el saqueador desee poseer ardientemente, bien porque el objeto de su deseo tenga para él un gran valor, bien porque lo que el predador externo realmente ansíe sea ocupar el espacio fértil —ahora vacío— que ha dejado su víctima; tomar el control del nuevo orden generado, una vez se haya consumado el expolio, y hacerse con todos los beneficios colaterales que, indefectiblemente, dejará tras de sí el saqueo.

Después, y si ello le conviene, el salteador cubrirá con un barniz su acción depredadora. En ocasiones, ese barniz será de carácter filan­trópico: se roba a los ricos para dárselo a los pobres, se expropian las tierras para dárselas a los campesinos, etc. ; pero éstas serán las menos. Lo normal es que, contando con la ayuda de los gobernantes de turno, el expoliador desarrolle un área nueva de riqueza que supla la que él ha esquilmado.

La fórmula resultante pronto dará paso a nuevas y lucrativas áreas de negocio que harán olvidar quiénes fueron sus víctimas, qué fue lo que les imposibilitó actuar para evitar el expolio, la vejación y el ultraje al que fueron sometidas por el ladrón y —por encima de todo— cuál fue la naturaleza del acto de rapiña primigenio que ha devengado, con el tiempo, tan provechosos resultados.

Siguiendo esta línea argumental, si tomamos como premisa que todo saqueo es en sí mismo una historia que guarda relación con algo de un determinado valor que ha sido esquilmado, o expoliado, la pregunta surge inevitable: ¿Cuál era el valor real de Afinsa?
  
Comencemos por el principio. La lectura de lo que sigue proporciona una amplia visión del tamaño de la empresa intervenida. Ello justifica, en mi opinión, la extensión del capítulo. El lector, naturalmente, puede optar por prescindir de su lectura o, por el contrario, sumergirse —y de lleno— en sus páginas. Le sugiero lo segundo en la seguridad de que hacerlo así le proporcionará una idea bastante precisa de la enorme pérdida que, en términos de creación de empleo y generación de rique­za, ha supuesto la intervención y destrucción de este imponente grupo empresarial.

Una mirada detallada a la trayectoria de la compañía resultará de gran ayuda para comprender qué exactamente querían conseguir quie­nes urdieron su saqueo. Permitirá, además, evaluar si verdaderamente nos encontramos —tal y como nos quieren hacer creer— ante las bur­das actuaciones de una pandilla de estafadores o si, por el contrario, tenemos ante nosotros la “radiografía” de un holding cuyo impresio­nante recorrido nada tiene que ver con la historia que los saqueadores han pretendido hacernos creer.

El detalle de lo que sigue a continuación produce vértigo. A la luz de los fríos datos objetivos, uno se pregunta: ¿cómo se ha podido destruir semejante compañía mediante acusaciones que, más de cuatro años después de la intervención, no han sido probadas? Comencemos.

La empresa se funda en octubre de 1980 y, por lo tanto, aquel día 9 de mayo de 2006 la trayectoria de Afinsa contaba ya con más de un cuarto de siglo de existencia. El nombre inicial, Ahorro Filatélico Internacional, que posteriormente daría paso al de Afinsa Bienes Tan­gibles, S.A., se ajustaba fielmente al que sería, como misión, el objeto social de la compañía: “Conformar una actividad empresarial consolidada a nivel internacional, especializada en la compra y venta de bienes tangibles de colección, en la comercializa­ción de Sistemas de Inversión basándose en estos bienes y en la dirección de empresas y negocios afines”.

La sociedad cumple, desde el momento mismo de su constitución, con todas las exigencias de la legalidad vigente, lo cual no deja de resultar una obviedad, porque de otro modo no habría podido desarrollar su actividad. Por exigencias del tipo de negocio en que estaba encuadrada, dedica los primeros años de su existencia a formar y consolidar una red comercial.

Además de ser socio fundador y miembro del Consejo de Admi­nistración de UNESFIL (Unión Española de Compañías de Inversión Filatélica y Numismática), asociación creada para la protección del in­versor en filatelia y numismática bajo sugerencia del propio Ministerio de Economía y Comercio, desde sus comienzos, y de forma continuada, pertenece a prestigiosas asociaciones nacionales e internacionales de empresarios filatélicos del más alto nivel, destacando de entre todas ellas las siguientes: IFSDA (International Federation of Stamp Dea­lers Associations), máximo órgano regulador del sector a nivel inter­nacional; ASCAT (Asociación de Editores de Catálogos de Sellos), IA (Asociación Internacional de Salas de Subastas), ASECI (Asociación de Empresarios de Coleccionismo e Inversión), ASDA (Asociación Ameri­cana de Comerciantes de Filatelia), PTS (Asociación de Comerciantes Filatélicos), APHU (Asociación de Comerciantes de Filatelia de Ale­mania) y ACOFIL (Asociación de Comerciantes de Portugal). También pertenece a ANFIL, asociación española que, tal y como veremos más adelante, jugará su papel en la maraña que envuelve a la intervención.

Por otra parte, con el rango de colaborador estratégico de UPU (Unión Postal Universal), FIP (Federación Internacional de Filatelia) y WADP (Asociación Mundial para el Desarrollo de la Filatelia), en esos primeros años Afinsa promueve la implantación en el sector filatélico español del Decálogo de Ética Filatélica, auténtico código de conducta empresarial de obligado cumplimiento para todo aquel que estuviese adherido a los referidos organismos internacionales.

En 1981 inicia su andadura como organizadora de subastas, ac­tividad que desempeña de forma recurrente hasta el día de la inter­vención; fecha en la que cuenta en su haber con más de 500 subastas realizadas. Desde el momento en que se pone en marcha esta actividad, y en adelante, se darán cita en los exclusivos eventos organizados por Afinsa quienes mejor conocen el valor de la inversión relacionada con los coleccionables: expertos compradores nacionales e internacionales.

Durante ese primer periodo, Afinsa comienza a editar revistas y catálogos filatélicos que se convierten en referencia para coleccionis­tas e inversores de España y Portugal. Esas actividades le valen, entre  otros, el Premio Internacional de la Asociación para el Estudio Inter­nacional del Consumo (AIEPEC), que distingue a aquellas empresas acreedoras del reconocimiento público por la calidad de sus productos o servicios.
Entre otros importantes galardones, consigue el sueño de cualquier editor: el premio otorgado por el Ministerio de Cultura al Libro Mejor Editado por el facsímil de Ars Magna, de Raimundo Lulio. Con tan sólo cinco años de existencia, Afinsa ya es acreedora del reconocimien­to que le es reservado a aquellas empresas consideradas relevantes en el ámbito del coleccionismo filatélico.

A partir de 1985, y hasta 1990, Afinsa inaugura sedes en Portugal y en distintas provincias de España. En 1985 crea su división de Arte y Antigüedades, con galerías de arte contemporáneo ubicadas en el dis­trito del arte de Madrid y tiendas de antigüedades en el llamado Centro de Antigüedades Puerta de Toledo. Desde ese momento, es invitada a participar en las más importantes ferias del sector. Como un nuevo servicio a sus clientes y a todo el sector del arte, crea la revista Galería Antiqvaria, que se convierte en todo un referente para el mercado de arte y antigüedades. En 1988 recibe el Premio Alpha por su labor co­mercial, y un año después, es nombrada Mejor Empresa del Año. En 1989 Albertino de Figueiredo, entonces Presidente de Afinsa, recibe el galardón al Dirigente del Año.

Durante todo este tiempo, su actividad comercial y su presencia en el exterior, con asistencia a numerosos congresos y eventos internacio­nales, adquieren cada vez mayor relevancia, destacando como hecho significativo su presencia en la Exposición Mundial de Filatelia PHI­LEXFRANCE 89, en París, y en la Feria Internacional de Bruselas.

Cumplidos sus primeros diez años de vida, Afinsa está definitivamen­te consolidada como un caso ejemplar de servicio de calidad y riguroso cumplimiento, cuya labor es reconocida por clientes y competidores.

Dentro de las acciones altruistas y de servicio a la comunidad, en 1990, y a beneficio de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, Afinsa se hace cargo de la organización y el patrocinio de la subasta “Contra el Horror, Cultura”, un evento filantrópico y solidario que nos aleja mucho de la imagen que reflejaría una empresa que quisiera estafar a sus clientes. En ésta, como en tantas otras iniciativas socio-culturales, Afinsa, lejos de apropiarse de lo ajeno, hace aportaciones muy impor­tantes para aquellos que lo necesitan.

Esa misma subasta se repite en 1992. El nombre reafirma los valores de Afinsa. Es muy parecido al anterior: “Cultura Contra el Horror”. Gracias a las piezas donadas por la propia Afinsa y a las obras aporta­das por diversos artistas, la cifra de recaudación alcanzada supera los seis millones de pesetas.

Las actividades iniciadas en años anteriores continúan desarrollándo­se ahora a buen ritmo. Su asistencia a ferias y congresos de coleccionis­mo y filatelia nacionales e internacionales es constante; está presente en prácticamente todas las programadas en el calendario nacional y en las más significativas del internacional, a las que acude con un stand insti­tucional y varios comerciales para sus diferentes unidades de negocio. Por su importancia, destacamos de estas últimas las siguientes: World Stamp London 90, Iberoamericana 90, Feria Internacional del Sello de Essen, World Stamp Exhibition Philanippon (Tokio), Expamer 91 (Bue­nos Aires), Philaiberia 91 (Portugal), Exposición Mundial de Filatelia 92 (Granada), Exposición Mundial de Filatelia Temática (Génova), Stam­pex 96 (Londres), Basilea 96, Pacific 97 (San Francisco) y Exposición Filatélica Internacional Portugal 98, entre otras muchas más.

De igual manera, el área de Arte impulsada por Afinsa vive un gran desarrollo; significativos artistas de vanguardia exponen en sus gale­rías de arte (Olitsky, Kenneth, Noland, Larry Poons, William de Ko­oning, Meter Philips, E. Arroyo, A. Alfaro, E. Úrculo, Demis Hooper, Kiki Smith.) y están igualmente presentes en las principales ferias de arte contemporáneo del mundo (Arco, Basilea, Miami, Caracas, Los Ángeles, etc…). A todo ello se suma la creación de la primera galería de arte española por Internet, Mercart (Mercado Continuo de Arte), elegida como una de las cien mejores ideas empresariales de 1994 por la revista Actualidad Económica.

La edición de catálogos y revistas especializadas crece en paralelo a la expansión comercial de la compañía y Afinsa se convierte en la primera editorial española especializada en coleccionismo. Ese mismo año, par­ticipa como miembro de pleno derecho en la reunión de la Asociación Internacional de Editores de Catálogos y Publicaciones Filatélicas. Esta acotación es importante, porque no es éste un dato que deba pasar in­advertido, en absoluto. Los catálogos son utilizados para cuantificar, de la manera más precisa, el valor real de una pieza filatélica, y son revi­sados minuciosamente por coleccionistas y editores del mundo entero. Reunirse con los mayores expertos filatélicos aportando sus propios catálogos implica necesariamente estar en posesión de importantes co­nocimientos y experiencia que, además, se desea compartir. No parece que estos encuentros quisieran llevarse a cabo, de manera voluntaria, por quien tiene algo que ocultar.


Es más, al lector tal vez le interesará saber que los catálogos de Afin­sa han sido reiterada y ampliamente utilizados como referencia en la valoración de filatelia en todo el mundo. Tanto es así que, a raíz de la intervención, quienes ahora administran la compañía por orden del juez, se han visto obligados a continuar editándolos, aunque no para su distribución en España. Por increíble que pueda parecer, los mismos catálogos que han quedado invalidados en nuestro país porque no se les otorga credibilidad ni valor alguno, están siendo publica­dos en Portugal por exigencias y demandas de los propios co­leccionistas portugueses.

En 1995, recopilando 1.400 sellos que abarcan el periodo compren­dido entre 1859 y 1960, Afinsa edita el primer Catálogo Audiovisual de Sellos de España, una labor nunca antes emprendida por ninguna empresa del sector. El Ministerio de Obras Públicas, Transporte y Me­dio Ambiente, ámbito gubernamental del que en esa época dependían las emisiones filatélicas, encarga a Afinsa la producción y edición de un catálogo digital sobre la primera edición de Obras Maestras de la Filatelia.

En ese mismo año de 1995, Afinsa funda en España la casa de subastas Finarte-España en sociedad con la primera firma de subastas de arte en Italia, Finarte Casa D’Arte Spa, y una de las diez primeras empresas del mundo en esta especialidad.

De entre las decenas de importantes subastas filatélicas realizadas durante estos años, conviene citar, por su importancia, las siguientes:


  • Subasta de la colección de filatelia portuguesa Angelo Lima, cele­brada el 1 de noviembre de 1995 en el Hotel Palace de Madrid. Bate tres records históricos: mayor montante total jamás alcanzado en una subasta filatélica (226 millones de pesetas), mayor precio ob­tenido en la historia por un sello portugués (30 millones de pese­tas), y mayor precio pagado por un sello en la Península Ibérica.
  •  Subasta de la colección Primer Sello Postal Español, realizada el 4 de noviembre de 1997. Salen a la venta 298 lotes de sellos y cartas con el primer sello emitido en España: el “seis cuartos negro” de Isabel II, de 1850. Las estimaciones iniciales de remates, 150 mi­llones de pesetas, se ven ampliamente superadas por la realidad. El total de los mismos alcanza la cantidad de 245 millones de pesetas, cifra record en España en subastas de filatelia.
  • Subasta de la colección Antonio Felino, realizada el 12 de sep­tiembre de 1998 en el Centro Cultural de la ciudad portuguesa de Belem, y dentro de las actividades organizadas por Afinsa en su participación en la Exposición Internacional de Filatelia, Por­tugal 98. Se venden 414 lotes de los mejores sellos clásicos de Portugal, y los remates supera la cifra de 143 millones de pesetas.
  • Colección Joyas de la Filatelia Española, subastada el 17 de no­viembre de 1998, en el Hotel Palace de Madrid. Se venden 257 lotes filatélicos, certificados y autentificados por los mejores ex­pertos internacionales, por más de 180 millones de pesetas.
  • Colección Piezas Maestras de la Filatelia Francesa, celebrada el 21 de noviembre de 1998 en el Hotel Four Seasons, de Nueva York, donde se rematan 337 lotes de lo más selecto de la filatelia fran­cesa del periodo 1849/1878.
  • Subasta de la colección de sellos clásicos de Ecuador formada por el ilustre coleccionista D. Enrique Martín de Bustamante. Se registran numerosos remates millonarios, como el del "cuatro reales rojo", de Ecuador, que se vendió por más de 14 millones de pesetas.

El Grupo De Rosa Internacional se integra en Afinsa en 1997. Con este acuerdo, Afinsa Bienes Tangibles, S.A. se convierte en la empresa filatélica más importante del mundo, hecho éste que queda ratificado tras su ingreso en el exclusivo The Collector Club, de Nueva York, al que han pertenecido los coleccionistas filatélicos más importantes du­rante sus más de 100 años de existencia.

El prestigio de Afinsa ya es todo un referente para el gran coleccio­nista internacional, y más cuando, a partir de ese año, crea su propio dominio en Internet, convirtiéndose desde el primer momento en uno de los más importantes servidores de información y venta de productos y servicios relacionados con el coleccionismo en habla hispana.

En el mismo año de 1977, Afinsa entra en el primer mercado mun­dial de los coleccionables con la compra de un paquete accionarial de la firma norteamericana Greg Manning Auction Inc., primer grupo de empresas del sector filatélico y numismático en EEUU, con cotización en el índice bursátil Nasdaq.

En 1998, Afinsa ya es reconocida como una de las 50 empresas eu­ropeas más valoradas por crecimiento y creación de empleo de los úl­timos cinco años, según acredita el certificado Europe´s 500, emitido por GrowthPlus, asociación europea que promueve y premia la inicia­tiva emprendedora en los países de la Unión Europea. Sólo 34 compa­ñías españolas habían recibido hasta ese momento tal galardón.

En ese mismo año, se firma un acuerdo con el DG Bank Luxembourg para la comercialización de un fondo internacional de arte, en cuyo di­seño y creación había participado la propia empresa. A resultas de esa colaboración, el citado banco ofrece a Afinsa ser su representante en España. En atención a esta invitación, y por el carácter especialmente innovador de las propuestas del DG Bank, Afinsa solicita oficial y formalmente ante la CNMV la concesión de una licencia para operar como intermediario financiero.

El expediente se inicia con toda normalidad, cumpliendo todos los requerimientos, tanto de organización técnica y profesional para la dirección del negocio, como de depósitos dinerarios, exigidos al caso. Más adelante, y en curso de esta solicitud, la CNMV no autoriza a DG Bank la comercialización en España de sus fondos de inversión en arte. A resultas de ello, y puesto que Afinsa no tenía ningún interés en el sis­tema financiero tradicional, solicita la interrupción y suspensión de su solicitud para operar en el mismo. Dicha suspensión fue concedida en atención a las razones presentadas.

Bueno es recordar este caso, que habla por sí solo de que Afin­sa nunca operó como entidad financiera, de que cuando lo pre­tendió lo hizo para comercializar operaciones completamente diferentes a las propias y que, además, mantuvo plenamente in­formado al organismo competente de sus intenciones, sometién­dose, como es lógico, a sus directrices y requisitos.

En el terreno de las actuaciones sociales de Afinsa, quisiera destacar, entre las muchas realizadas en esta década, las importantes daciones hechas al Estado de piezas de gran relevancia del patrimonio histórico artístico español: dos impresionantes tablas del retablo El martirio de San Lorenzo, del maestro de Budapest; el óleo sobre tabla Santiago Peregrino, de Juan de Flandes; y La Piedad, de Berruguete.

Por su importancia, destacar, asimismo, los patrocinios que la em­presa realiza a dos importantes eventos organizados por el Ministerio de Cultura de España. Se trata de la exposición Marfiles y Esmaltes Me­dievales y Renacentistas en España, realizada con motivo de la entrega por parte de SM el Rey de España, D. Juan Carlos I, del Premio Carlo Magno, y la no menos importante exposición Los Griegos en España; tras la huella de Heracles, realizada por el Gobierno español con moti­vo de la visita de los Reyes a Grecia.

En este mismo epígrafe cabría citar la creación, en 1999, de la Fun­dación que lleva el nombre del Presidente fundador de Afinsa, D. Al­bertino de Figueiredo. Afinsa creó esta fundación con el fin primordial de promocionar y potenciar la filatelia como una de las más completas manifestaciones del arte y la cultura universal. A través de ella, se ha dado cobertura a multitud de iniciativas a favor del filatelismo: se han patrocinado exposiciones, publicado libros, organizado cursos y semi­narios, etc… Asimismo, la fundación ha colaborado con los máximos organismos postales y del coleccionismo internacional.

Para la consecución de sus fines sociales, Afinsa adquiere, para dicha fundación, la llamada Biblioteca Pedro Monge, el conjunto más im­portante de bibliografía de filatelia española a escala mundial. A esta adquisición se añade inmediatamente la de otra importante biblioteca, centrada en el sello portugués.

Llegamos al año 2000. Se cumplen 20 años de la fundación de la compañía. La presencia de Afinsa en todas las ferias internacionales de los sectores de filatelia y arte sigue una progresión espectacular. Su actividad como empresa editora de revistas y catálogos es incesante, al igual que la organización de subastas. Su red comercial crece y se afianza, y decenas de miles de clientes satisfechos invierten en filatelia de inversión a través de los programas de Afinsa. En ese mismo año, Afinsa refuerza su presencia en los mercados de China, ampliando su participación accionarial en GMAI-Asia hasta el 25%. Por otro lado, todos los negocios que tienen que ver con Internet y las ventas por su­basta se agrupan dentro de una nueva empresa, Auctentia, que les dota de una dirección experta y homogénea.

La labor filantrópica de la empresa aumenta al mismo ritmo que su cartera de clientes. Destaca en este apartado la firma de un convenio de colaboración con la ONCE para la integración laboral de discapacita­dos y los acuerdos de colaboración con el Ministerio de Cultura, que la llevan a ser uno de los principales patrocinadores del Museo Nacional de Artes Decorativas.

En ese mismo año, Afinsa celebra su vigésimo aniversario con un gran encuentro social en el Teatro Real de Madrid al que acuden autoridades y personalidades, nacionales e internacionales, de la política, la cultura y la economía, y entre los que se encuentra D. Juan Antonio Samaranch, primer socio de la Fundación Albertino de Figueiredo, en posesión de la mejor colección filatélica del mundo de temática olímpica. En la actuali­dad, dicha colección está cedida al Museo Olímpico de Laussane (Suiza).

Entre los actos que han sido programados para el evento, se realiza una de las mejores subastas filatélicas habidas en nuestro país, en la que se vende la colección 20 Aniversario.


Albertino de Figueiredo, Presidente de Afinsa, es galardonado con la Medalla de Oro al Mérito Filatélico de Galicia. La Fundación Pedro Ferrándiz le otorga la máxima distinción por su apoyo constante al de­porte, y la Escuela Superior de Gestión Comercial y Marketing (ESIC) le concede el Premio Aster como reconocimiento a su trayectoria pro­fesional. Al mismo tiempo, es nombrado miembro de la Red de Con­sejeros para la Internacionalización de la Economía Portuguesa por el Gobierno portugués. Cuatro importantes reconocimientos que son recibidos, uno tras otro, por el Presidente de Afinsa en un mismo año que no habría de finalizar sin que la empresa recibiese otro importante galardón: el Máster de Oro que concede el Fórum de Alta Direc­ción y que recibe el Vicepresidente de la empresa, D. Juan An­tonio Cano, de la mano de la entonces Presidenta del Senado, Doña Esperanza Aguirre.

En 2001, Kohler, la más antigua y reconocida empresa de subastas alemana, se integra en el grupo a través de Auctentia, una de las filiales de Afinsa. En 2002, ocurre lo mismo con la que es la más prestigiosa firma de subastas filatélica internacional, la suiza Corinphila.


Entramos ya en la segunda etapa, que abarca desde la adquisi­ción de la participación mayoritaria en el grupo Greg Manning Auc­tions, Inc (sep. 2003), hasta la intervención judicial de Afinsa.

Lo que sigue a continuación es la síntesis de la situación en la que se encontraba Afinsa en esta etapa. Fue desarrollada por Juan Antonio Cano, para su inclusión en el convenio an­ticipado que realizó la empresa en noviembre de 2006. Por su evidente interés, paso a transcribirla, textualmente.

  • “La compañía inició una profunda transformación cuando, en ene­ro de 2002, tomó la decisión de agrupar todas sus unidades operati­vas centradas en el coleccionismo, suministro de bienes de colección y comercio electrónico, en una única empresa cuya cabecera fuera su compañía participada en USA y cotizada en Bolsa, Greg Manning Inc. Esta iniciativa ya estaba diseñada desde el año 2000, cuando el proceso comercial y de negocio de Internet se encontraba en su máximo nivel. Entonces, la estrategia dominante en el proyecto pasaba por las posi­bilidades que Internet brindaba al comercio internacional de bienes de colección en general, pero más en particular a la filatelia y la numis­mática. En el mercado norteamericano, donde Internet más desarrollo encontraba, los especialistas cifraban el incremento de la demanda de estos bienes, debido a las posibilidades que Internet ofrecía, en más de cuatro o cinco veces. La crisis que vivió el sector de Internet en 2001 ralentizó este proyecto y cuando se recuperó en 2002 se hizo cambian­do el eje estratégico hacia la forma de operar los negocios de base, fun­damentalmente casas de subastas, dejando Internet como uno de los canales comerciales a desarrollar en una segunda etapa, pasados tres años desde el inicio del proyecto y una vez se consolidaran todos los requerimientos para su operativa en economía real.
    Así nació, en el Grupo Afinsa, este importante proyecto, con la idea de crear la primera organización mundial de comercialización por su­bastas y comercio electrónico de bienes de colección. La compañía así creada actuaría como integradora de empresas de colección líderes en sus ámbitos de actividad y territorios de actuación. Una compañía ca­paz de coordinar diferentes negocios en diferentes territorios, creando ventajas sinérgicas para cada uno de ellos en particular y para el con­junto en su globalidad. Una empresa que pudiera diseñar estrategias globales, pero que, sin embargo, tuviera la capacidad de actuar con efi­cacia en ámbitos locales, con capacidad de gestionar el conocimiento y la información y ponerla al servicio de aquel que pudiera necesitarlo y obtener de ello ventajas concretas de aplicación en el negocio.

El Grupo Afinsa estaba preparándose para este objetivo desde hacía años, y en ese sentido había ido comprando empresas de coleccionismo o participaciones significativas en compañías presentes en los principa­les mercados de estos ámbitos de actividad. En concreto, en USA, en el año 1997, Afinsa entró en el capital de la compañía Greg Manning, co­tizada en el índice NASDAQ, que asimismo reunía bajo esta marca im­portantes empresas en los sectores de numismática y filatelia. Siempre se pensó que el proyecto diseñado requería para su perfeccionamiento cotizar en un mercado organizado. Las razones básicas se hallaban en su necesidad de crecimiento y por lo tanto de acceso a financiación y a la exigencia de eficiencia y control que un proyecto de esta naturaleza  requería en todo momento. Por otra parte, Afinsa conseguiría, además, poner en valor las inversiones realizadas en el área de coleccionismo desde 1980, capitalizando de esta manera el importantísimo fondo de comercio creado en ellas.

Para este proyecto, por lo tanto, la empresa cabecera sería Greg Manning, de la que Afinsa, en el año 2002, ya tenía el 48% de su capi­tal. En ella se integrarían, mediante un proceso de fusión por compra, todas las empresas del sector del coleccionismo de Afinsa, convirtiendo el proyecto resultante en una nueva empresa heredera natural de las actuaciones e historia de Afinsa en este campo.

El proyecto de creación de esta nueva compañía, su plan estratégico y el plan de negocios se presentó a la compañía norteamericana en la primavera de 2002, siendo aprobado por su Consejo de Administra­ción en junio de ese mismo año. La aprobación de dichos planes por parte de la Bolsa NASDAQ llegó en diciembre de 2002 dando, por últi­mo, la SEC, Security Exchange Comission, máximo ámbito de control y regulación de los mercados bursátiles norteamericanos, su aprobación definitiva en septiembre de 2003.

En tanto esta autorización llegaba, Afinsa inició, en las empresas de su Grupo concernidas con este proyecto, un amplio trabajo de adecua­ción y ajuste a lo que sería su próxima realidad. El objetivo era que todas ellas pudieran, por eficiencia y procedimientos internos, incor­porarse, sin problema alguno, al rigor de una empresa cotizada en los mercados norteamericanos. Estos objetivos se consiguieron en dos fases temporales distintas, que se desarrollaron en los siguientes dos años. En ese tiempo hubo que hacer importantes ajustes en algunas de las citadas empresas, siendo quizá el más significativo de todos el que afectaba a aquellos ámbitos relacionados con el suministro de sellos para los programas de inversión.

El departamento interno preexistente cambió y pasó a ser una empresa independiente de Afinsa e integrada en GM, con un manual de procedimientos y actuaciones explícito y previamente aprobado por los máximos órganos de supervisión y control de la empresa a la que pertenecía. Este hecho, el nacimiento de esta empresa llamada Central de Compras, fue importantísimo para Afinsa. En ella se integraron todas las competencias y capacidades de la mayor organización filatélica mundial, con expertos en USA, Europa, Asia, y con empresas que daban soporte logístico de compras en todos esos lugares. Con todo ello, la capacidad de compra en Afinsa aumentó extraordinariamente y, por ende, su tranquilidad de tener garantizadas sus fuentes de suministro futuras procedentes de todos los mercados mundiales y siempre con la garantía de personal altamente cualificado ocupándose de este objetivo. Los años posteriores a su creación, Central de Compras demostró lo acertado de esta predicción.

Durante el proceso de auditoría del año 2003 realizado al departamento de suministros, se detectaron irregularidades en los sellos facilitados por un proveedor. Requerido el mismo al respecto y ante su negativa de hacerse responsable de dichas anomalías, se procedió de inmediato a cancelar la relación comercial con dicho proveedor, retirar todos los sellos, procedentes de esta fuente, de nuestros stocks y recomprar los que hubieran sido vendidos para, una vez agrupados todos ellos, proceder a un minucioso examen y expertización que determinara su adecuado valor y que pudiera permitir, en su momento, iniciar las acciones de reclamación civil o penal a que hubiere lugar.

Un caso como éste, ocurrido cuando se estaba creando la nueva empresa de suministro, aún acentuó más, si cabe, la extraordinaria exigencia en todos los mecanismos de control de compras y supervisión a incorporar en ella, como da fe el manual operacional creado al respecto y vigente aún hoy día en Central de Compras.

La compañía nacida en septiembre de 2003 de la forma descrita, fue articulándose en los años siguientes como un holding de empresas en los ámbitos de la filatelia, la numismática y el arte, con distribución y venta a través de empresas especializadas en subastas y comercio electrónico y con centros operativos en Norteamérica, Europa y Asia. Al año de su creación, la empresa cambió su denominación y pasó a llamarse Escala, renovando asimismo su dirección y presencia comercial en los mercados. Su operativa siguió fiel al cumplimiento de las obligaciones de una compañía cotizada en el mercado norteamericano y, por lo tanto, con un escrupuloso cumplimiento de las directrices y normativas provenientes de la SEC o de leyes como la Sabarnes-Oxley. Afinsa era propietaria de aproximadamente el 70% del capital de Escala y ejercía con responsabilidad su condición de socio estratégico a través de los consejeros que la representaban en el Consejo de Administración de dicha empresa. Los resultados operacionales de la empresa y su fuerte estrategia hicieron que rápidamente aumentara su valor en el mercado, pasando su cotización bursátil de $5 por acción en 2003, a más de $30, a lo largo de 2006. Importantes analistas financieros independientes, que seguían el valor con regularidad y que habían tenido la oportunidad también de estudiar a fondo a Afinsa, como es el caso de la prestigiosa firma Oppenheimer, situaban el valor objetivo de la acción, en junio de 2006, por encima de los $40 La fortaleza financiera de la empresa, su consolidación internacional, el fuerte proyecto estratégico que la inspiraba y la importancia de sus socios, hacían de ella el centro de atención de bancos de negocios y otros intermediarios financieros interesados en colaborar y participar activamente en sus planes de expansión.

Estos planes establecían, en primer lugar, consolidar el liderazgo, ya incipiente, que se tenía en el mercado norteamericano, con compras selectivas en los sectores de filatelia y numismática, en empresas históricas de ambos sectores y con un enorme potencial de creación de valor. Candidatas a ello eran, entre otras, las empresas Heritage, en numismática y Siegel, en filatelia. Asimismo se había hecho posible el inicio en Norteamérica de la actividad en arte y antigüedades con la compra de las empresas.

En Europa se planeaba hacer una adquisición en el área filatélica en el mercado inglés, habiéndose estudiado como candidatas las empresas Spink, Stanley Gibbons y Hammer London. En Asia, ya se disponía en el grupo de una importante casa de subastas en China, en Hong Kong en concreto, John Bull, la más antigua de las empresas filatélicas chinas. Los planes pasaban, con esta base tan importante en este mercado, por establecer en el mismo alguna de nuestras más acreditadas subastadoras internacionales, como era el caso de Corinphila. Su base operativa sería Singapur, donde ya había estado presente hacía años, para, consolidando esta posición, pasar a operar también en Japón, India y Australia.

Una estrategia similar de implantación de empresas de prestigio, ya presentes en el grupo, se iba a seguir para Oriente Medio y también en algunos países de América Latina, en concreto Méjico, Argentina, Brasil y Chile, donde ya hacía tiempo se venía realizando una actividad comercial de cierta entidad por empresas del Grupo Afinsa.

Estas adquisiciones, en áreas con fuerte presencia en Escala, se pensaban financiar con recursos propios. Sin embargo, llevar a cabo otras adquisiciones o tomas de participación en el tercer eje de actividad estratégico, además del filatélico o del numismático, el del arte, aún por completar en sus elementos básicos, requeriría de financiación externa para su perfeccionamiento. A este respecto y dado lo ambicioso del proyecto, se estaba trabajando con bancos de la importancia de UBS, Goldman Sachs, Caja Madrid, y Santander de Negocios, entre otros.

En concreto, se perseguía entrar con una participación significativa en el capital de las empresas Sothebys o Christies. Dada la complejidad del proyecto y los cambios ocurridos en estas empresas, ya se habían empleado cerca de dos años, en trabajos preparatorios y en planificación.

Como alternativa a estas empresas había planes que concernían a la inglesa Bonhams, a las francesas Artcuriel y Tajan y a la danesa Bukowski. La fecha, objetivo para la aplicación de este proyecto, era septiembre de 2007. Otros proyectos en fase de negociación eran la compra o entrada en el capital de Antiquorum, gran empresa de venta por subasta de relojes de pulsera de colección y relojes antiguos, y Samerhuset, la más importante empresa de venta de novedades numismáticas.

Como ya se ha mencionado, esta fase de expansión y crecimiento se simultaneaba con los potentes desarrollos de venta por Internet, en los que el socio Afinsa ya tenía una importante experiencia en el pasado. Los planes establecían la creación de una enorme base de datos, interrelacionada con todas las referencias filatélicas y numismáticas disponibles a la venta en todo el Grupo Escala. Se crearía así la mayor oferta de venta filatélica y numismática del mundo, respaldando, además, su comercialización por Internet con una fuerte red de oficinas operativas repartidas por todo el mundo. Un sistema con esta interacción, y dotado de las máximas garantías formales para el consumidor, conseguiría, como habían vaticinado los expertos, que el comercio internacional de estos bienes aumentase de forma exponencial.

La mayor dificultad para el crecimiento de estos mercados es la imposibilidad para el coleccionista de acceder de forma sencilla y segura a la oferta de los miles de comerciantes no presentes en su país de origen. Ello lleva también a pensar en las dificultades de venta que puede encontrar el coleccionista cuando se trata de filatelia o numismática no habitual en su país de residencia. La creación de una estructura global, con presencia operativa en ocho países, repartidos en cinco continentes, a través de las marcas más prestigiosas de esos mercados, unida a la extraordinaria oferta de sellos y monedas, más todo el conjunto de servicios de valor añadido que el grupo presenta, harían, sin duda, que estas barreras desaparecieran y el comercio se hiciera mucho más intenso y fluido. A todo ello hay que añadir la garantía adicional de transparencia y rigor que supone que la empresa que lo hace posible sea un grupo que cotiza en Bolsa en USA.

La creación de este proyecto sirvió de impulso para el cambio y mejora en otras áreas generales de la compañía, que se dotó, en su perfil interno, de competencias propias de una compañía multinacional con capacidad, por lo tanto, de gestión y supervisión avanzadas. Se mejoraron las áreas económicas, jurídicas, administrativas y de alta dirección, con nuevas contrataciones y métodos de trabajo.

Para no perder identidad y para acompañar el crecimiento con la adecuada capacitación del personal, de manera que no hubiera desfase alguno entre el pasado y el presente de la compañía, se dio mucha importancia, en estos años, a la formación y a la integración e interrelación de los equipos del Grupo Afinsa. Para el cumplimiento de este objetivo se creó el Centro de Formación Afinsa de Aranjuez, un centro residencial de más de 2.000 m2 de superficie, donde se impartían conferencias, seminarios y cursos a cualquier nivel directivo de la compañía.

Esta ampliación logística, y, como es lógico, la incorporación de nuevos especialistas en formación empresarial, han hecho que en estos últimos años Afinsa esté a la vanguardia en la formación profesional de sus equipos. Esta labor se ha visto reconocida y complementada, de forma muy valiosa, con los acuerdos establecidos en varias universidades españolas, como la Universidad Rey Juan Carlos I, de la que el centro de Aranjuez es colaborador, o la de Vigo. A resultas de estos acuerdos, se han publicado diversas tesis doctorales sobre los bienes de colección, sus mercados y las diferentes formas de inversión posibles en ellos. Asimismo, se han impartido numerosos cursos y seminarios centrados en estas materias, como, por ejemplo, los impartidos por AEDEM. Una organización más experta y cualificada, una consolidada posición internacional, la garantía de suministros de calidad sostenida en el tiempo y una mayor eficacia en las inversiones a realizar, etc. permitieron, asimismo, que el crecimiento comercial y de ventas del área de programas de inversión fuera notable en estos años.

Este crecimiento, no obstante, estuvo siempre bajo un férreo control para que las ventas estuvieran siempre dentro de los indicadores de seguridad de los que la empresa se había dotado. Desde un punto de vista técnico, se vigilaba que los suministros futuros estuvieran garantizados ante la demanda comprometida y que la operativa de seguridad, en el área financiera, en relación a coberturas de liquidez por ejemplo, cumpliera los indicadores establecidos.

Todo ello hizo que los responsables comerciales, ante la fortaleza de las organizaciones de venta y su gran capacidad para el crecimiento, plantearan la posibilidad de vender otros productos y servicios tanto procedentes de nuestro propio Grupo, como fuera de él. Por esta razón, se iniciaron los trabajos para incorporar nuevas líneas de ventas que, ya en 2006, estaban listas para su inicio. Así, aprovechando las coberturas de conocimiento y suministro proporcionadas por Escala, en 2006, estaba previsto iniciar la comercialización ordenada de planes de venta de monedas de colección y también de oro amonedado, los llamados bullion. Las expectativas con relación a estas dos líneas de actividad eran extraordinarias por garantizar las empresas de Escala el acceso a estos bienes en unas condiciones inmejorables para nuestros clientes. Los planes estaban terminados; se habían realizado ensayos, a título de prueba, con resultados inmejorables, la organización se encontraba formada y toda la operativa estaba preparada para comenzar su lanzamiento en septiembre de 2006.

De igual manera, se tenía todo preparado para comenzar la comercialización de diamantes de inversión después de las preceptivas pruebas y ensayos ya realizados en la misma fecha, septiembre de 2006.

El tercer proyecto que se tenía previsto lanzar, en la misma fecha, eran los billetes de colección. Si bien, por la dimensión de su mercado, este proyecto era menos ambicioso que los otros dos, tal y como se había preparado y organizado el mismo, garantizaba a Afinsa un liderazgo absoluto en este mercado en menos de dos años. Según los planes diseñados, en cinco años Afinsa vendería tantas monedas y oro como sellos, y en diez años los diamantes constituirían una cuarta parte de su facturación.

En cuanto a productos y servicios ajenos a la naturaleza del negocio de Afinsa, destacaba entre todos la comercialización como prescriptores de productos o servicios de áreas financieras o compañías de seguros. Para el desarrollo de estas iniciativas, Afinsa se dirigió de forma previa, y después de haber recibido propuestas de colaboración formales de importantes empresas de esos sectores, a la CNMV. A dicha comisión se le explicó con detalle cuál sería la participación de Afinsa en esas colaboraciones ofrecidas por terceros, y que nunca llegaría a ser más que la de meros prescriptores sin capacidad alguna de contratación directa. La comisión no recomendó iniciar esta actividad por la razón fundamental de que, siendo nuestra actividad de carácter mercantil, ofrecer, aunque fuese como prescriptores, productos de carácter financiero de otras empresas, podría crear confusión en nuestros clientes sobre la auténtica naturaleza de la actividad de nuestra empresa. Afinsa nunca inició esta actividad, aunque confiábamos en encontrar una fórmula plenamente satisfactoria para la CNMV y que no privara a la empresa de estas posibilidades de ingresos que, dada la dimensión de la red de ventas, podía ser muy beneficiosa.

Afinsa estudió, también, extender su actividad básica fuera de España. En este sentido, dos eran los proyectos fundamentales que hasta ese momento estaban en curso. El primero de ellos, y dentro de las fronteras de la UE, era Italia. El otro país, que se encuentra fuera de las fronteras de la UE y, por lo tanto, con un mayor nivel de complejidad, era China.

Afinsa había desarrollado actividades en China desde el año 1998, tanto en el campo filatélico como participando en empresas de Internet. El prestigio de nuestra empresa en los mercados filatélicos internacionales y en los máximos estamentos filatélicos a nivel mundial, aconsejó al máximo responsable de las áreas filatélicas del Gobierno de China iniciar con Afinsa conversaciones primero, y negociaciones después, tendentes a desarrollar en ese país nuestros programas de inversión en filatelia.

La filatelia en China es una de las primeras aficiones de su población y existe un enorme conocimiento popular de sus características como bien de inversión. Son muchos los chinos, millones seguramente, que en épocas pasadas pudieron vender a nivel particular sellos, dentro y fuera de su país, y comprobar por sí mismos las ventajas que como inversión tiene la filatelia.

Conocedores de este saber popular, previendo el alza espectacular que ya está experimentando la demanda de filatelia en China y teniendo los Correos de China una enorme infraestructura logística de más de 30.000 oficinas y personal comercial preparado para su atención, los responsables del Correo deseaban el asesoramiento y apoyo de Afinsa, con todo el know how necesario para crear y comercializar planes de inversión en filatelia adecuados a las características de su país.

Este proyecto, de enorme alcance y tamaño, era gestionado en Afinsa de forma integral, estudiando y planificando todo lo concerniente al mismo, desde los aspectos comerciales, técnicos, financieros o de suministro, e involucrando en su preparación no sólo a departamentos propios, sino también a empresas del Grupo. Por su complejidad y extensión su fecha de aplicación se contemplaba para enero de 2008.

Una realidad tan heterogénea, el proceso de cambio constante que afectaba al grupo, unida al crecimiento de cada una de las unidades de negocio, hacían necesario también un cambio orgánico en Afinsa, ya planificado en 2005 y en fase de ejecución en 2006. Su objetivo era crear un holding que detentara las acciones de las empresas y se ocupara de la fijación de estrategias, decisiones de inversión y supervisión y control de los negocios. A ese holding pertenecerían todas las empresas del Grupo, ordenadas por áreas de actividad homogénea. El objetivo que se perseguía era aumentar la eficacia poniendo a disposición de cada unidad operativa los máximos recursos disponibles en el Grupo y elevando asimismo las exigencias de resultado. Se había iniciado un proceso de descentralización de todos los departamentos centrales hacia cada una de estas áreas, estableciendo con claridad para cada una de ellas su correspondiente plan de negocios y estructura operativa. Se ganaría así en eficacia, en eficiencia y también en transparencia, acercándose, de esta manera, a la posibilidad futura de que todo el Grupo pudiera cotizar en Bolsa.

Para este último objetivo, Afinsa necesitaba una mayor y mejor definición normativa en lo concerniente a sus programas de inversión en bienes de colección. Ésta ha sido una vieja reivindicación de Afinsa, que la viene reclamando a la Administración ya desde 1988, ante los reiterados casos de intrusismo empresarial que en esa década se produjeron. Reiteradamente, las distintas Administraciones entendieron que era suficiente lo ya legislado y que Afinsa debía atenerse a las leyes en vigor en el ordenamiento jurídico-mercantil español.

Ante la dimensión de nuestro negocio y la cada vez mayor complejidad en todas las operaciones de inversión del mercado, Afinsa reiteró esta necesidad de una mejor normativa, específicamente afecta a nuestro negocio, a partir del año 2002.

A nuestro juicio, era urgente e importante clarificar todo lo relacionado con estas inversiones en aras de una mayor seguridad jurídica para las empresas que operaban en este sector, sus clientes y sus trabajadores. Se creó una asociación sectorial, ASECI, con el único fin de facilitar a la Administración un interlocutor único al que dirigirse. Se hicieron llamamientos desde estos ámbitos a los diferentes Ministerios competentes y, por fin, en 2003, se publicó la Ley de Instituciones de Inversión Colectiva, que, en su apartado referente a Instituciones no Financieras y en su Disposición Adicional Segunda, establece una primera regulación específica para esta actividad, dejando para más adelante el desarrollo del reglamento. Insistimos asimismo entonces ante los organismos competentes en la necesidad de un pronto desarrollo de la Ley. Incluso avanzamos algunos borradores que pudieran servir de inicio del mismo. Nunca tuvimos respuesta alguna. Todas nuestras iniciativas merecieron el silencio de la Administración.

En mayo de 2006, Afinsa se encontraba en las mejores condiciones posibles para liderar la transformación que iba a experimentar el sector de los bienes de colección a nivel mundial, y que ya se había iniciado a partir del año 2000. Disponía de la mayor y mejor organización empresarial del sector, con empresas en tres continentes y en ocho países.

Con los mejores expertos en sus actividades, acreditados por su trabajo a lo largo de muchos años y por el éxito y reconocimiento obtenido por sus empresas en sus mercados respectivos. Con una dirección experta en la gestión de negocios complejos, capaz de liderar estos procesos y los cambios que hubieran de llegar. Con un personal formado, motivado y completamente comprometido con la empresa. Con proyectos y planes contrastados y en ejecución. Con veintisiete años de experiencia y el mayor prestigio en todos los foros internacionales. Y con la determinación y capacidad para abordar cualquier cambio necesario o cumplir cualquier exigencia que le fuera impuesta, como ya tantas veces había demostrado en el pasado”

Tras este paréntesis dedicado al informe elaborado por Juan Antonio Cano, retomemos el hilo de nuestro relato retrocediendo en el tiempo hasta el año 2003. (Continuará)

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Capítulo XXII
INCIDENTE CONCURSAL DE AFINSA
Lunes 10 de junio de 2008. Da comienzo la vista del Incidente Con­cursal que se celebra en el Juzgado Mercantil, número 6, de Madrid, presentado por los antiguos directivos de Afinsa, contra el informe de la Administración Concursal nombrada por el juez y emitido en su día, en el que establecían que la filatelia no valía mucho (unos 230 millones de euros), que las operaciones realizadas por Afinsa eran operaciones financieras y alguna que otra acusación tan ausente de rigor como las anteriores.

Los abogados que asisten a la vista representan dos líneas de de­fensa claramente diferenciadas, y ya explicadas aquí con detalle. Por una parte, estaban quienes defenderán la consideración mercantil de la concursada: el abogado de Afinsa, Pedro Luis Elvira, y la abogada de Ausbanc, Isabel Cámara.

Por otra parte, estaban los representantes de la Agencia Tributaria y los de Osorio&Asociados, el abogado de la Administración Concursal, el de ADICAE y OCU y José María Gil Robles. Este segundo grupo, al completo, mantiene los consabidos argumen­tos: la actividad de Afinsa es financiera, hay que liquidar la compañía y no hay más responsabilidades que las de la propia empresa. Nada nuevo por ese particular, pues ya conocemos a estas alturas los posicio­namientos de esta tropa.

El primer día, tras admitir el juez como prueba documental la aporta­ción de miles de declaraciones escritas, en las que los clientes manifiestan conocer, perfectamente, en qué consistían las operaciones formalizadas con Afinsa, se toma declaración a varios testigos entre los que se encuen­tran algunos clientes que manifiestan ser conocedores de que realizaron una operación consistente en la compra de unos bienes (sellos) con la posibilidad de su posterior venta a terceros por intermediación de Afin­sa, o haciendo valer el contrato de pacto de recompra suscrito por la pro­ pia Afinsa, tal y como establecía la Disp. Adicional 4ª de la Ley 35/2003, reguladora de las Instituciones de Inversión Colectiva.

Acto seguido, se toma declaración al Presidente de Afinsa, Juan An­tonio Cano. La continuación de la vista queda fijada para el día siguien­te, martes, jornada ésta que resultará ser la más significativa de las cuatro en las que se escenificará la gran mascarada.

 A las 10:00 horas da comienzo la vista. Con una duración de 6 horas y con tan sólo 10 minutos de descanso, a lo largo de toda la jornada van circulando los “actores” de la gran farsa que tiene como protagonistas absolutos a los “peritos” presentados por la Administración Concursal: el encargado de valorar los inmuebles; los peritos en arte y joyas (ellos fueron quienes determinaron el valor de las obras de arte y diamantes que tenía Afinsa); el equipo de peritos filatélicos contratados a través de Anfil para realizar la valoración de la filatelia, y aquellos que se ha­brán incorporado al “equipo”: un estadístico y un Catedrático de Eco­nomía Financiera de la Universidad de Alcalá de Henares.

Asiste, igualmente, el perito filatélico, Joaquín González, presentado por Afinsa, y encargado de determinar el valor de la filatelia mediante una peritación objetiva. González es quien presta declaración en pri­mer lugar. Ratifica ante el juez el informe de valoración remitido el 30 de mayo de 2008, que cifra en 2.128 millones de euros el valor de los más de 150 millones de unidades filatélicas. Eso supone 8,5 veces más que el valor de los 248 millones de euros dado por la Administración Concursal en su informe. Recordemos que los cinco peritos filatélicos presentados por la Administración Concursal eran quienes habían fija­do el valor de los más de 150.000.000 de unidades filatélicas de Afinsa, en un 12%, muy por debajo incluso de su precio de compra por comer­ciantes mayoristas, y que dicha valoración quedaría finalmente refleja­da en el informe de los Administradores Concursales.

Joaquín González defiende abiertamente que “existe un mercado de sello muy importante a nivel internacional para que aquí se diga que no valen nada”(sic), que existe una enorme demanda de sellos y que si la filatelia de Afinsa se saca de nuevo al mercado, de forma ordenada, su valor puede estar por encima de lo calculado, siempre que ello se rea­lice bajo la gestión de una empresa conocedora del mercado filatélico.

Llegados a este punto, debemos precisar que todo lo dicho por Gon­zález en lo relativo al valor de la filatelia, y a su salida y posterior venta en los mercados, es de enorme importancia; un elemento crucial en esta vista en relación con lo reflejado por el Abogado del Estado en las alegaciones finales reflejadas en su informe posterior de conclusiones, en las que afirma que “no existiría el proceso penal ni el concursal si los sellos tuvieran valor”, y algo tan extraordinariamente importante como que “la diferencia entre el precio del catálogo y el real de merca­do” es el origen del procedimiento.

Tal y como ya hemos repetido en numerosas ocasiones, en el valor de la filatelia —propiedad de los clientes—, establecido a precio de catálo­go, está la clave de todo este asunto. Por eso, tanto el informe emitido por Joaquín González, como sus declaraciones, revestían una tremen­da importancia.

Prosigue el interrogatorio y, a preguntas de los abogados proclives a la liquidación, González dice no estar en absoluto de acuerdo con la peritación presentada por los Administradores Concursales porque se hizo siguiendo métodos estadísticos y basándose en criterios que no son los propios de una peritación filatélica.

A continuación le toca el turno al abogado de Osorio&Asociados. Por extraño que parezca, y como si eso tuviese algo que ver con el proceso en curso, el representante del bufete se dirige a Joaquín González para pre­guntarle, en repetidas ocasiones, sobre sus conocimientos de Historia. Hasta tal punto es irritante la actitud burlona del abogado, que el juez le llama la atención. En buena lid, y por el tema que nos ocupa, habría que haber preguntado al erudito letrado sobre sus conocimientos filatélicos.

Gil Robles, que, según podemos testificar quienes estuvimos presen­tes, dormitaría plácidamente a lo largo de toda la vista —tres fueron sus únicas intervenciones, durante los tres días que duraría el juicio— interviene por primera vez y pregunta al perito si ha visto todos y cada uno de los más de 150 millones de unidades filatélicas, algo que no pre­guntará, sin embargo, a los peritos contratados por la Administración Concursal. Este hecho no resulta trivial, si tenemos en cuenta que la peritación realizada por “los nominados” se había llevado a cabo por muestreo estadístico.

Para sorpresa de Gil Robles, Joaquín González responde que sí, que los ha visto todos aunque obviamente no los ha podido examinar deta­lladamente, uno a uno, entre otras cosas porque solamente le deja­ron estudiar las cajas que eran seleccionadas por los peritos de la Administración Concursal.

En todo caso, continúa diciendo, por lo que él mismo pudo ver y por las listas de filatelia, su peritación se basa en precios de catálogos acep­tados en todos los mercados internacionales. Insiste en que, en un plazo de cinco años, se puede obtener el valor de los sellos fijado en su informe.

La representante de Ausbanc le pregunta si los sellos tenían su co­rrespondiente certificado de autenticidad y el perito contesta que en efecto los tenían en su inmensa mayoría.

Tras la consistente declaración de González, los testigos continúan desfilando. Así, un Catedrático de Economía Financiera declara que la actividad de Afinsa era financiera, pero no sabe cómo ratificar esa decla­ración cuando el abogado de Afinsa lee el articulado de la ley que regula las operaciones (mercantiles) de compra y venta de bienes tangibles.

Luego, lo hace un estadístico que declara que él, de sellos, ni idea. Lo curioso es que este señor es uno de los principales responsables de la valoración de 248 millones que acepta la Administración Concursal. En mi opinión, poca —o nula— credibilidad puede aportar el dictamen de alguien que dice seguir criterios estadísticos para valorar una filate­lia y reconoce no tener ni idea de filatelia.

Por si fuera poco, el estadístico asegura que es la primera vez que ha intervenido en una valoración de ese tipo. El abogado de parte, Pedro Luis Elvira, le pregunta si utilizaría ese sistema para valorar, por ejem­plo, las obras de arte expuestas en el Museo del Prado. Se refiere, el Sr. Elvira, a que el procedimiento estadístico no ha servido sólo (como debiera haber sido) para acreditar la existencia real de los sellos, su autenticidad y la concordancia y veracidad entre lo afirmado por Afinsa en sus transacciones comerciales con sus clientes y los hechos ciertos.

Este procedimiento estadístico, en realidad, para lo que sirvió fue para darle valor a todo un universo filatélico de más de 150 millones de unidades, diferentes unas de otras, a partir de la observación de unos pocos miles de ejemplares. No es extraño que pusiera el ejemplo del Museo del Prado, e invitara al estadístico a que diera su opinión sobre si con la valoración de los cuadros presentes en unas pocas salas del citado museo se podría dar precio a todas las existentes en la pinaco­teca, independientemente de su autor, época, condición, importancia relativa de la obra, etc. El estadístico no supo qué responder.

Finalmente, llega el turno de los “peritos” de Anfil, cuya nula potes­tad para hacer tasaciones oficiales ya he señalado páginas atrás. Reco­nocen que el valor de un sello es el que se consigna en los catálogos de referencia (los que utilizaba Afinsa), teniendo en cuenta las oscilacio­nes propias de cualquier mercado y poco más.

En lo relativo al asunto alrededor del cual pivota todo este enredo, el valor y autenticidad de la filatelia, esto es todo lo que dan de sí unas declaraciones que ponen en entredicho una nefasta peritación “estadís­tica”, y el paupérrimo valor de los lotes filatélicos, resultado de la misma, con terribles consecuencias derivadas para todas las víctimas del saqueo.

Aparte de los intermitentes “lapsus dormitivos” de Gil Robles, tal vez consignar como anécdota, que uno de los peritos de Anfil, Pedro Aya­la, inquieto por algo cuya causa y origen desconocemos —acaso fuera consciente de que todo aquello le venía muy grande— daba muestras de un gran nerviosismo. Situada justo detrás de él y a su izquierda, podía verle sentado apenas al borde de la silla, sudoroso, moviendo una pier­na de manera compulsiva en tanto que otro de los peritos de su “equipo técnico” prestaba declaración. A su lado, Benito Agüera, Administra­dor Concursal, le daba palmaditas para tranquilizarle y le acariciaba la pierna. La escena, no sé muy bien por qué, me recordó fugazmente a ese gesto que cualquiera de nosotros dedicamos en ocasiones —y de forma instintiva— a nuestras mascotas.

Durante la tercera y última sesión del juicio, el primero en intervenir es el letrado de los demandantes, Sr. Elvira. Defiende que la actividad mercantil de Afinsa estaba perfectamente regulada por la Disposición Adicional Cuarta incluida de la Ley 35/2003 de las Instituciones de Inversión Colectiva. “Nos trae sin cuidado que digan que no estaba regulado porque la norma es clara”, afirma tajante, recordando a su Señoría y al resto de abogados, que la Ley de Prevención de Blanqueo de Capitales distingue las entidades financieras de las empresas de co­mercialización de bienes tangibles.

Después de repasar los numerosos dictámenes elaborados por las distintas Administraciones del Estado, desde la intervención del 9 de mayo de 2006, ratificando el carácter mercantil del negocio filatélico, finaliza el letrado su intervención recordando la orden de 24 marzo de 2008, firmada por la Vicepresidenta Primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, en la que ésta se pronuncia, de manera tajante, en los mismos términos.

“1. Lo dispuesto en la presente disposición será de aplicación a la actividad que se efectúe profesionalmente, llevada a cabo por cualquier persona física o jurídica que consista en la formalización de un mandato de compra y venta de bienes u otro contrato que per­mita instrumentar una actividad análoga percibiendo el precio de adquisición de los mismos o una comisión y comprometiéndose a enajenarlos por cuenta del cliente, entregando a éste, en varios o en un único pago, el importe de su venta o una cantidad para el supuesto de que no halle un tercero adquirente de los bienes en la fecha pactada.

Los bienes a que se refiere el párrafo anterior serán los sellos, obras de arte, antigüedades, en todo caso, y asimismo aquellos otros bienes susceptibles de ser objeto de dicha actividad.

En las actuaciones inspectoras desarrolladas con anteriori­dad al año 2003 (en el caso de Fórum abarcaron los ejercicios 1988 a 1992 y los ejercicios 1991 a 1994 y 1998 a 2001, con pos­terior ampliación al 2002, y en el caso de Afinsa, abarcaron los ejercicios 1991 a 1994 y 1998 a 2001, ampliada posteriormente al 2002, no se pusieron de manifiesto datos que (…).

(…) La actividad de venta de sellos en ningún caso puede ca­lificarse como de captación de ahorro público en el sentido em­pleado por el antiguo artículo 26 bis de la LMV, y por ende, no quedaría sujeta a la normativa del mercado de valores, por más que se incluya en el clausulado del contrato un pacto de recompra, pacto que ni des­naturaliza la figura contractual, ni cambia la naturaleza de la propia actividad trocándola en actividad financiera.

No estamos en presencia de una captación pública de ahorro, toda vez que en dicha actividad es ese ahorro el objeto directo del contrato, en la entrega inicial y en su posterior restitución, instrumentada ju­rídicamente esa transferencia en formas diversas, pero sin que exista nada distinto de ese ahorro que se transfiere o se materializa en valores diversos. En el caso analizado no hay esa captación de ahorro, sino que el dinero es la contraprestación en que se materializa el precio en el contrato bilateral de compra-venta, y que se entrega, por exigencia del carácter sinalagmático de la misma, a cambio de una cosa cierta que constituye su objeto: los sellos. (El subrayado es de la autora).

Ilustrativa es —y por eso debemos citarlo— la reacción del abogado del Estado ante esta noticia. Se ausentaría en la siguiente sesión de la vista. Tal vez su ausencia fuera como consecuencia de la baza jugada por el abogado de Afinsa, Pedro Luis Elvira, al dar a conocer, en un auténtico golpe de efecto, la referida Orden Ministerial que ratificaba la naturaleza mercantil de la actividad desarrollada por Afinsa y de la cual el Abogado del Estado parecía no haber tenido conocimiento alguno, hasta ese momento

Como último apunte, una breve mención a la denuncia de Pedro Luis Elvira ante la clara desventaja sufrida, durante la tramitación de su de­manda, ante la Administración Concursal (…):

Incidió el letrado en la imposibilidad de impugnar ‘por desconocimiento’ las pruebas documentales apor­tadas por los Administradores Concursales y el Abo­gado del Estado. “Imaginamos de dónde han salido”, afirmó el letrado en referencia al Juzgado Central de Instrucción número 1 de la Audiencia Nacional que tra­mita el proceso penal. (Europa Press).


En efecto, el obstruccionismo llevado a cabo por los Administrado­res Concursales contra la labor de Joaquín González, el perito filatélico nombrado por Afinsa, había sido sangrante. Pero más sangrante aún habría sido el que el juez juez Vaquer reconviniese seriamente al perito por sus reiteradas quejas sobre las actuaciones de la Administración Concursal.

Tal pareciera que a su Señoría le molestaban sobremanera las con­tinuas denuncias de los peritos filatélicos nombrados por Afinsa, hasta el punto de requerirles para que se abstengan en el futuro de realizar nuevas apreciaciones y pidiéndoles que ciñan su trabajo a la muestra filatélica utilizada por los Administradores Concursales. De manera in­comprensible, la seria advertencia lanzada por el juez no iría contra los autores de las dilaciones, sino contra el perito de la concursada, que estaba siendo objeto de las mismas.

Finalmente, tras la presentación de los informes de con­clusiones de las partes, el juicio por la demanda de Afinsa contra el informe de la Administración Concursal quedaría visto para sentencia el 16 de junio de 2008.

Como anécdotas a reseñar, dos:

1. Cuando le llegó el turno de declarar al testigo que realizó la valo­ración de los inmuebles, quedó constancia de que la persona que en su día realizó dicha valoración ya no trabajaba en la empresa tasadora y que “había sido imposible localizarla” (sic). Si bien se ratificó en el informe emitido con anterioridad por la tal persona “desaparecida”, el testigo no tuvo empacho alguno en reconocer que “desconocía el contenido de dicho informe”.

2. Tal y como manifestase abiertamente con posterioridad al juicio uno de los clientes citados a declarar por la defensa de Afinsa, los “ex­pertos” que habían valorado la filatelia dieron traslado a varias per­sonas, incluido él mismo, de una interesante información durante el descanso de una de las sesiones: los Administradores Concursales ya tenían encima de la mesa una oferta económica para comprar la filate­lia depositada en las naves de Logista por un importe de 500 millones de euros, más del doble de lo que los propios “peritos filatélicos” la habían valorado.

Si las declaraciones de este testigo son ciertas, alguien que conocía el valor real de los lotes filatélicos, deseaba aprovecharse de los tre­nes baratos.
La sentencia.
Contradiciendo las tesis del propio Gobierno Central, el 3 de no­viembre de 2008, se publica el fallo sobre el Incidente Concursal. El juez de lo mercantil, Francisco Javier Vaquer, considera, de forma de­finitiva, que Afinsa realizó una actividad financiera al captar ahorros de clientes.

Así figura en la sentencia que resuelve la demanda interpuesta por los propietarios de Afinsa contra el in­forme de la Administración Concursal, en la que el juez también mantiene el valor de los sellos en los 248,77 millones fijados por los Administradores Concursales, frente a los 2.128,4 millones que defienden los propieta­rios de la empresa. (El Economista).


En la sentencia, el juez sostiene que: “cientos de miles de personas invirtieron sus ahorros en Afinsa pero con la finalidad de obtener una segura y prefijada retribución a su ahorro; nunca intervenir en el mercado filatélico. “ (EFE), y ahonda en el carácter financiero de la actividad al afirmar que las operaciones con clientes no eran contratos de compra-venta de sellos, sino imposiciones a plazo o depósitos; que Afinsa nunca realizó labores de intermediación y que, por tanto, la em­presa de bienes tangibles no tenía que ser regulada por la Disposición Adicional Cuarta de la Ley de Instituciones de Inversión Colectiva (IIC).

Esta sentencia de Vaquer añadía más confusión al asunto porque contradecía abiertamente las tesis del propio Gobierno Central.

(…) En septiembre de 2007, el Vicepresidente del Eje­­cutivo, Pedro Solbes, afirmaba ante la Comisión de Eco­nomía del Senado que “la actividad de Fórum y Afin­sa es de comercialización de bienes tangibles, y no de carácter financiero, por lo que su control y supervisión no depende de entidades como el Banco de España o laComisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), sino que entra dentro de la normativa de consumo”. Razón del convencimiento que existía hasta ahora en el Gobierno de Zapatero sobre la exclusión del ámbito financiero de estas operaciones es que como resultado del escándalo producido por la intervención de las so­ciedades, se elaboró la Ley 43/2007, de 13 de diciembre, de protección de los consumidores en la contratación de bienes con oferta de restitución del precio, en cuyo Preámbulo se afirma que “quedando claro en la norma que la actividad regulada no es financiera, (…)”.

La mencionada norma considera que estas operaciones pueden adoptar una apariencia de operaciones financie­ras, pero sin llegar a serlo. Así, en su texto se afirma que “el legislador ha venido dejando a la libre voluntad de las partes el establecimiento de cualesquiera por conveniente, no constituyendo en principio dicha comercialización una actividad que requiriese de mayor atención reguladora”.

También la CNMV consideraba que estos negocios no suponían una captación de ahorro del público, pues, para este organismo, “no estábamos ante instrumentos financieros que tuvieran a los sellos como subyacente”. La Dirección General de Seguros ha sostenido que la actividad del sector de bienes tangibles nada tenía que ver con la actividad aseguradora o de fondos de pensio­nes. (Eleconomista. es).

Ante esta sentencia, y en declaraciones realizadas a EFE, Juan Anto­nio Cano Cuevas defendería el carácter mercantil de la empresa, insis­tiendo en que la intermediación existió.

El que no cobres comisiones a los clientes por esa intermediación no significa que el servicio no exista, como es un ejemplo ING Direct, que no cobra comisio­nes, pero nadie cree que el servicio no exista (…).

El ex presidente también destacó el escaso rigor de la valoración dada a los sellos por los Administrado­res Concursales, ya que se hizo por muestreo, lo que a su juicio equivale a valorar toda la pinacoteca de El Prado por “los cuadros de la primera sala”. (EFE).

A decir verdad, esta sentencia de Vaquer no sorprendió a casi nadie. No era más que la continuación de lo que sostenía la inspectora María Teresa Yábar en sus informes, lo que argumentaba la Fiscalía Antico­rrupción en su denuncia contra Afinsa y la tesis seguida a rajatabla por el Administrador Judicial Javier Grávalos, por los tres Administrado­res Concursales —incluida la ahora recusada, Ana Fernández-Daza—, y por la juez sustituta, Purificación Pujol.

Esta que sigue es “La Muralla” que escribí, un 27 de noviembre, refe­rida a la sentencia de Vaquer.

27 de noviembre de 2008


DE VISTAS Y SENTENCIAS

Mes intenso este de noviembre, que está a punto de finalizar. El pasado día 3    veía finalmente la luz la sen­tencia dictada por el juez de lo mercantil, D. Francisco Javier Vaquer, referente al incidente concursal formu­lado a instancias de Afinsa Bienes Tangibles, S.A.

Convendría puntualizar que acato la sentencia en la acepción más aplicable al caso, según el diccionario de la Real Academia, cuando define que acatar es “acep­tar con sumisión una autoridad o unas normas legales, una orden, etcétera”, antes de hacer valer el derecho que me asiste a la libertad de expresión para rechazar determinados aspectos de la misma, por en­tender que, algunos de sus pronunciamientos hacen que sea, precisamente esa libertad a la que apelo como ciudadana de un Estado de derecho, la que se ha visto coartada cuando no anulada.

   Todo lo anterior está dicho en base a que algunas de las consideraciones hechas por el juez Vaquer, cabe in­terpretarlas, en mi opinión, más como un ejercicio 
de interpretación de intencionalidades y “demiurgia ju­rídica, “ con el único fin 
de crear “realidades” a partir de la utilización de las palabras, que como una 
serie de afirmaciones sobre hechos probados que se ajusten es­crupulosamente a la realidad, en la medida en que como cliente de Afinsa, y ateniéndome a la sentencia dictada por el juz contra lapropia empresa, éste me vincula a la misma-junto a miles de clientes más- como parte necesaria para llevar a cabo lo que él considera una "actividad financiera" y de "captación de ahorro masivo", mediante una suerte de acuerdos "intencionados", de "simulación relativa",
en los contratos firmados por ambas partes, rechazo de plano tales aseveraciones.
 
En otras palabras: los contratos mercantiles firma­dos por mí en calidad de cliente de Afinsa, lo son como tales porque así lo amparaba la ley, y no pueden consti­tuir, porque su Señoría así lo diga, “captaciones de aho­rro”; lo que en su momento constituyó, por mi parte, una simple compra-venta de lotes filatélicos para in­vertir en el sector de bienes tangibles por mediación de Afinsa, no puede ser “redefinido” como una operación financiera de “depósito”.

   El hecho de que mi posible desconocimiento del mer­cado filatélico me llevase 
a contratar los servicios de asesoramiento, gestión e intermediación de Afinsa, 
ejer­ciendo la voluntad real y libre por mi parte de suscribir los oportunos 
contratos mercantiles —cualesquiera que mis motivaciones fuesen para ello—, no puede volverse contra mí al inferir el juez en otra de sus “interpreta­ciones” libres, que “la voluntad real de los inversores, era la obtención de una remuneración, a cambio de la privación temporal mediante la cesión a Afinsa de sus ahorros, careciendo en una enorme generalidad de ca­sos, de conocimientos filatélicos”.

Los esfuerzos realizados por parte de su Señoría, para justificar la expropiación que se ha hecho de la fi­latelia, propiedad de los clientes, contradiciendo, en mi opinión, la propia normativa de la Constitución Espa­ñola en sus artículos 17 y 33, deberían ser merecedo­res de estudio en el ámbito de la filosofía ligüística más que en el ámbito de lo jurídico, propiamente dicho. En pocas ocasiones cobrará tanto valor el contenido de la famosa obra del filósofo británico J. L. Austin: “Cómo hacer cosas con palabras”, como en la sentencia que nos ocupa.

   Pues bien, sumándome a las tesis del profesor Eduar­do García de 
Enterría, proclamo mi derecho a no es­tar sometida más que a las leyes —y a lo que ellas am­paran— practicando abiertamente lo que se ha dado en llamar
“la libertad de los modernos” (Benjamín Constant, 1818), o lo que es lo 
mismo, poder ejercer mi derecho a saber cuándo determinadas conductas 
no me comprometen (en la medida en que el derecho vaya a calificarlas como 
libres, legítimas y aún protegi­das), o cuándo, por el contrario, me ponen en 
riesgo, ya que al estar limitadas o prohibidas, pueden constituir el desencadenante de una reacción jurídica de sanción o incluso punitiva.

Rechazo que nadie —y eso incluye al juez— emita juicios de valor sobre “mi intencionalidad” a la hora de invertir. Por ende, me opongo firmemente a que, en base a esas “suposiciones” e “inferencias”, alguien me cambie “las reglas del juego” sobre la marcha, porque así convenga.

   Por lo tanto, y en base a lo anterior, asumo la senten­cia al tiempo que rechazo 
de plano lo que, a todas luces, son más una serie de opiniones personales y 
juicios de valor de su Señoría que la efectiva vulneración de nor­ma alguna por mi parte. Mi relación como cliente de Afinsa, se llevaba a cabo, con dicha empresa, 
al amparo de lo promulgado, por ley, en la Disposición Adicional IV de noviembre de 2003.

Por hoy, —y como siempre— desde “La Muralla”, … ¡seguiremos resistiendo!

Apenas dos años después de producirse el fallo de Vaquer, el 5 de marzo de 2010, otra instancia jurídica de rango superior, la Sección 3ª de la Sala de lo Contencioso Administrativo de la Audiencia Nacional, contradecía la sentencia del juez mercantil, al considerar que la acti­vidad empresarial de Afinsa escapaba al ámbito de supervisión de las autoridades financieras porque era de naturaleza mercantil.

1 comentario:

  1. ¿cÓMO SE HA PODIDO LLEGAR HASTA EL DÍA DE HOY SIN UNA SOLUCIÓN PARA LOS AFECTADOS Y PARA LA PROPIA EMPRESA ?, SI ESTAN HABLANDO DE PROTECCIÓN POR PARTE DEL GOBIERNO ¿DÓNDE ESTA LA GRAN MENTIRA?
    AFINSA FUE UNA EMPRESA MODELO,SIEMPRE CUMPLIO CON SUS CONTRATOS, Y CON UNA GRAN FORMACIÓN PARA SUS ASESORES. AFINSA SIGAN LUCHANDO

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