jueves, 23 de diciembre de 2010

Hace ahora un año.




Son estas fechas en las que estamos días muy intensos. Ausencias, heridas abiertas que continúan estando en carne viva ante el vacío y el recuerdo de quienes nos han dejado; emociones difíciles de describir por lo que tienen de dolor, de impotencia ante la pérdida de un ser querido y, con suerte para algunos, de cristiana resignación, esperanza e inmensa gratitud a la Providencia por tanto como nos ha sido dado, pese a tanto como se nos ha ido.

Otro año más está a punto de desaparecer para siempre de nuestras vidas. Para nosotros, los expoliados por el Gobierno de Rodríguez Zapatero, trescientos sesenta y cinco días más que hemos vivido arruinados y enlatados dentro de un procedimiento judicial que Santiago Pedraz se empeña en mantener abierto a pesar que sabe,  hace ya muchos meses, que el "Caso Afinsa" se le ha disuelto, como azucarillo en agua, entre las garras de eso que llaman "justicia".

En fechas tan señaladas, lo normal es intercambiar mensajes navideños preñados de buenos deseos de paz y felicidad para nuestros amigos y seres queridos: vaya el mío por delante. Pero, como una vez metidos en el laberinto de los recuerdos, no es fácil controlar aquello que se desea recordar y todo lo que uno desearía olvidar para siempre, me ha venido a la memoria algo que escribí el año pasado, sobre estas mismas fechas, y que deseo traer a este mi Blog en la esperanza de que alguno pueda sentirse muy, pero que muy aludido al leerlo y recuerde todo aquello que pudiendo haber hecho para evitar la situación de ruina y desesperanza en la que muchas personas se encuentran a día de hoy, sin embargo, no lo hizo.

Quiera Dios que gracias a las acciones que estamos a punto de emprender con el apoyo de Manos Limpias, dentro de un año esta pesadilla haya quedado atrás para muchas personas; tantas como les estamos encomendando, sin ningún tipo de vacilación,  nuestra defensa jurídica.

Para el resto.... que sigan con Gil Robles y demás abogados. Es lo que se merecen.



26 de Diciembre de 2009

(A pesar de haber transcurrido un año desde la publicación de esta "Muralla", su contenido sigue estando tan vigente como si la hubiese escrito en el día de hoy).
 


EL FIN DE UNA ETAPA.



"Año difícil el 2009 agonizante. A punto ya de expirar, intenso periodo este que he vivido, preñado de esfuerzos y de lucha permanente por defender lo que, desde el fondo de mi alma, considero una causa justa. Quiero guardar en la memoria estos doce meses como una etapa de mi vida de la que me siento especialmente orgullosa. He dedicado cada uno de sus interminables días a la misma causa que me ocupa todas y cada una de las jornadas transcurridas desde aquel fatídico 9 de mayo de 2006: a denunciar y combatir la vergonzosa expoliación de la que, junto a ciento noventa mil personas más, he sido objeto.

El Gobierno de España tiene una deuda conmigo que no estoy dispuesta a perdonar. En ningún momento recuerdo haber entregado a José Luís Rodríguez Zapatero un cheque en blanco que le permitiera dar una orden para apropiarse de mi patrimonio. Jamás, en mi condición de ciudadana libre de un Estado supuestamente democrático, endosé documento alguno en el que cediese al Gobierno mis derechos sobre un bien de mi propiedad. Desde la firme creencia de estar amparada por la doctrina de una Constitución que promueve la división de poderes, nunca supuse que la decadencia de los tres, cuya independencia alabase Montesquieu, hiciera acto de presencia, mediante conjuro, en lo que considero un atentado contra mis derechos fundamentales.

No me lamento. No es tiempo para eso. Tampoco hay por qué. Me siento acompañada en mis reivindicaciones. Estoy orgullosa de miles de perjudicados que, al igual que yo, defienden activamente sus derechos legítimos a pesar del cansancio y de los muchos meses transcurridos desde que nos inflingiesen el daño, y repudio con la misma intensidad a quienes han dedicado redoblados esfuerzos a impedir que pudiésemos poner fin a nuestro drama sin tener que recurrir a los favores del Gobierno; ese mismo que es, en realidad, causa y origen de nuestra situación.

Sin permitirme licencia alguna para dramatizar sobre determinados acontecimientos recientes que están en la memoria de todos los perjudicados, no encuentro, sin embargo, palabras que describan, por ejemplo, la vergonzosa – cuando no miserable - actuación de algunos presidentes de Plataformas Blancas, Asociaciones y determinados colectivos de perjudicados que, siguiendo al dictado los criterios de sus abogados, han subordinado a los muy sesgados dictámenes de estos, la defensa de los intereses de aquellos afectados a quienes representan.

Su mediocridad y osadía – cuando no deliberada maldad - en el desempeño de sus funciones, arrogándose poderes que en absoluto les fueron otorgados, les llevaron a cruzar el rubicón en el instante mismo en que apostaron fuerte por conducirnos a la liquidación, sin concedernos a miles de clientes derecho alguno al disenso contra su veredicto o, lo que es aun peor, violando el que por ley nos asistía a recibir y sopesar una veraz, que no manipulada, información sobre lo que serían las consecuencias sobrevenidas por el acto individual de la no adhesión a un Convenio. ¿Quién les ha provisto de tal autoridad?

En este año 2009, el Auto de Liquidación contra la mercantil Afinsa, dictado por un juez civil, se ha llevado por delante las esperanzas que muchos teníamos para poder recuperar nuestra inversión en una cuantía y plazo de tiempo razonables, en función de lo que determina la propia Ley Concursal. La falta de información que debería haber sido remitida a todos los perjudicados a través de los posibles y numerosos cauces legales, y la consecuente falta de apoyo necesario del 50% del crédito, han facilitado un Auto del juez que ha puesto punto y final a toda esperanza de recuperación pautada y progresiva de nuestra inversión. ¡Cuánto esfuerzo el de muchos de nosotros para tan pobres resultados! Con este triste desenlace, nuestro colectivo ha demostrado ser, hasta ahora, el destino perfecto para las reivindicaciones perdidas.

Pero todo lo acontecido en 2009 no ha sido el fin, sino solo el principio. Quienes nos han llevado a esta situación límite de la liquidación, pueden sentirse satisfechos y contentos de los resultados de su fechoría, pero solo en parte, porque deben saber que, a pesar de todo, la vitalidad y la esperanza de muchos perjudicados, no están dormidas. En lo que se refiere a mi persona, no habrá descanso ni tranquilidad - como me consta que no la habrá para muchos otros - hasta no conseguir que se dilucide el verdadero motivo de esta intervención, se reconozca públicamente la expoliación de la que hemos sido objeto y se nos restituya el total de lo que fue nuestra inversión. Con todo ello quedarán reconocidos, a la par, nuestros derechos.

Afortunadamente para nosotros, España es un país más entre los países que integran la Unión Europea. El brazo político que, como víctimas y desde la legalidad, no hemos sido capaces de doblar porque no se nos ha brindado facilidad alguna para acogernos a los beneficios que contempla la Ley Concursal, puede que sea finalmente doblado, también desde la legalidad, por instancias europeas superiores. Desde luego, lo vamos a intentar. Como ciudadanos con derechos que somos, no podemos permitir la práctica de actuaciones abusivas, desproporcionadamente lesivas contra los intereses particulares y manifiestamente contrarias a las prácticas de la libre empresa, por el perjuicio que dichas actuaciones supondrán, más tarde o más temprano, para el interés general. Naturalmente, habrá quién diga que este es un proyecto absolutamente inviable. Eso es exactamente lo que hace que merezca la pena llevarlo adelante.

Una vez perdida la esperanza de recuperar nuestra inversión y habiendo ganado la partida quienes querían ver borrada del mapa empresarial a su gran enemiga, la pujante Afinsa, cerrada queda la puerta que algunos miserables abrieron para introducir por la fuerza un perverso debate que, utilizado una y otra vez como instrumento de difamación, ha girado, monótona y machaconamente, alrededor de la infame calumnia de que, quienes defendemos la recuperación de nuestra inversión desde el reconocimiento de la legalidad mercantil de las actuaciones de Afinsa, lo hacemos porque nos va en ello un tipo de “interés personal” que excede con mucho el deseo de que se haga justicia y se restituya el dinero que nos ha sido expoliado. Completamente sellada queda, a la luz de la verdad, esa ignominiosa y pestilente rendija por la que han conseguido penetrar en la mente de algunos perjudicados, sembrando la confusión y generando en ellos maliciosas dudas.

Por mucho que les pese, no hay –nunca lo hubo- turbio hecho o intención alguna –absolutamente nada- por lo que a mí y a otros compañeros que se unieron al empeño, se nos pueda acusar ni reprobar. Pese a todo -y a todos- aquí seguimos. Si no son capaces de aportar pruebas que apoyen sus mentiras, mejor harían en dejar de mentir. A estas alturas, la tacha con la que algunos se obstinan en estigmatizarnos en sus infames juicios paralelos no es a nosotros a quien deslegitima y envuelve en el oprobio, sino a ellos mismos. A quienes nos difaman. Ya deberían saberlo.

Ahora que definitivamente nos han despojado de lo que era de nuestra propiedad, somos aún más libres. Y más fuertes. Ha llegado, todavía más si cabe, el momento de actuar. De no quedarnos inermes y pasivos ante su aparente triunfo permitiendo que, finalmente, sean ellos quienes ganen la guerra, porque hayamos perdido esta batalla. Nada les haría más felices que comprobar cómo prende el germen de la disolución entre aquellos que más nos hemos significado en esta lucha. Bueno y conveniente es, cuando las fuerzas se debilitan, ofrecer el relevo. Cierto. Ninguno de nosotros es imprescindible. Seamos humildes. Para conseguir nuestro propósito resulta imposible prescindir de todos. No fue pensando en que éramos arrogantes, individualistas o temerarios por lo que nos eligieron nuestros asociados. Pero tampoco lo hicieron pensando en que fuésemos débiles o cobardes. Todo lo contrario. Es trabajando todos juntos, apoyándonos y tomando fuerzas los unos de los otros, como únicamente podremos seguir avanzando hasta llegar a la meta final.

Como la situación en España es la que es, y nos están ocasionado tanto daño, tenemos la obligación moral de hacer que las cosas cambien. Como río que confluye en otros ríos, hasta desembocar en mar abierto, así veo que confluye mi causa, nuestra causa, con la de millones de ciudadanos, por otras razones igualmente expoliados, que se integran paulatinamente en un movimiento creciente y plural llamado Plataforma de las Clases Medias, dispuesto a acoger a todo aquél que quiera luchar por la defensa de cuanto le pertenece, de todo aquello a lo que tiene derecho como ciudadano y que le está siendo progresivamente arrebatado por una casta parasitaria que crece y se reproduce buscando únicamente el beneficio de su propio interés. Poco o nada podemos hacer en solitario cuando se lucha contra el Sistema, salvo ejercer, desde la libertad individual, ese mismo derecho sagrado que a todos nos asiste para defender, como sociedad civil vigorosa y abierta, lo que ellos nos quieren arrebatar. Más tarde o más temprano nos veremos obligados a dejar de ser indiferentes frente al panorama desolador que nos asfixia. Y tendremos que salir a la calle para protestar, por cientos, por miles, todos juntos, como víctimas "de facto" que somos de una enfermiza, pútrida y contagiosa administración estatal.

Todo en la vida tiene sus ritmos. Y sus tiempos. Este es el nuestro, queridos compañeros; el de todos aquellos que estemos decididos a seguir luchando por una causa que comenzó el 9 de mayo de hace ya muchos meses y que, muy a pesar nuestro, todavía continúa. Este es el tiempo de quienes seamos capaces de remontar la adversidad para combatir el daño que el Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero nos ha ocasionado. Este es el tiempo de utilizar todos los cauces de la legalidad para presentarnos ante instancias europeas superiores, esgrimiendo, de manera legítima, la mejor y más letal de nuestras armas: la pasión por que se haga justicia. Y nuestra propia dignidad.


Desde La Muralla, en los albores del 2010, y en adelante…¡¡seguiremos resistiendo!!"

(NOTA FINAL: La vigorosa "Plataforma de las Clases Medias", ha dejado de serlo como tal, y se ha convertido en un partido con ganas de luchar contra todo aquello que nos está axfisiando.

De manera muy acertada, y conforme a los fines que persigue, que no son otros que generar una alternativa  democrática quer pemita sacudirnos de encima esta casta  parasitaria que nos chupa la sangre y la vida, el nombre de esta nueva formación política es, nada más y nada menos, que "Regeneración").

2 comentarios:

  1. No pararemos hasta que se haga justicia. Gracias Mila por ser así.

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  2. Muchas gracias por tu felicitación... que pases unas fiestas tranquilas y muy familiares que es el colchón que de verdad tenemos y no nos pueden quitar ni intervenir
    Un abrazo y REGENERADO AÑO NUEVO

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