España está hecha un verdadero asco. Hace agua por los cuatro costados y, sin embargo, a pesar de las fechorías que está cometiendo este Gobierno contra la ciudadanía...¡¡no passssa nada!!.
Es la nuestra, la de los españoles (incluidos los muy nacionalistas, que no quieren serlo), una actitud pasota, adormecida y borreguil que nos está llevando a una muerte lenta. Tan lenta y tan placentera por adormecimiento progresivo, como la que acabó con la vida de la famosa rana del M.I.T.
Tal vez conozcáis que esta historia de la rana se atribuye a Spencer Johnson, autor de “Quién se ha llevado mi queso”. Sin embargo, es en el famoso libro que lleva por título "La Quinta Disciplina" escrito por Peter Senge, director del centro para el Aprendizaje Organizacional del Instituto Tecnológico de Massachusetts, (M.I.T.), donde en realidad aparece por primera vez lo que se ha dado en llamar "la parábola de la rana hervida", que viene a ilustrar de manera ciertamente gráfica, la dificultad que tenemos para percibir, de manera inmediata, los pequeños y progresivos cambios que son el preludio de otros cambios mucho más grandes y dramáticos, que están por llegar.
Como auténtica autoridad que es en la materia, Senge desarrolla en su libro la Teoría General de Sistemas, y su aplicación para el desarrollo organizacional. El "leít motiv" del libro no es otro que el de aportar algunas claves interesantes que pueden ayudarnos a la hora de adaptarnos a un mundo que está en constante cambio.
Es en esta obra de Senge donde se comenta la referida parábola de la "rana hervida". Abundando en la materia, y al referirse a cómo gestionamos los cambios, en el capítulo 2 de su obra, nos encontramos con un párrafo que dice así:
"La mala adaptación a amenazas crecientes para la supervivencia aparece con tanta frecuencia en los estudios sistémicos de los fracasos empresariales que ha dado nacimiento a la parábola de la “rana hervida”.
Si ponemos una rana en una olla de agua hirviente, inmediatamente intenta salir. Pero si ponemos la rana en agua a la temperatura ambiente, y no la asustamos, se queda tranquila. Cuando la temperatura se eleva de 21 a 26 grados centígrados, la rana no hace nada, e incluso parece pasarlo bien. A medida que la temperatura aumenta, la rana está cada vez más aturdida, y finalmente no está en condiciones de salir de la olla. Aunque nada se lo impide, la rana se queda allí y hierve. ¿Por qué? Porque su aparato interno para detectar amenazas a la supervivencia está preparado para cambios repentinos en el medio ambiente, no para cambios lentos y graduales".
(Peter Senge, The Fifth Discipline).
Desconozco cuanto de real tiene el experimento, pero teniendo en cuenta el empiricismo de los norteamericanos, y su afán por "testear científicamente" todo aquello que dan posteriormente como cierto porque entienden que la única fuente de conocimientos válidos es la experiencia sensible, la sensación y la percepción en sus diversas modalidades, no me extrañaría que este asunto de la rana hervida fuese algo más que una mera parábola y que alguien del M.I.T. hubiese hervido al pobre bicho realmente.
Sea como fuere, lo cierto y verdadero es que en España tenemos ahora mismo unos cuantos millones de batracios que nos estamos cociendo tan rica y divinamente en nuestra propia salsa, sin hacer nada para pegar un brinco y salir por patas del líquido elemento. Esta actitud tan nuestra podría llevarnos a pensar si el experimento de la pobre rana hervida tiene muy poco de parábola y mucho de realidad.
Salvo honrosas excepciones entre las que se encuentran aquellos que están en la más pura indigencia, los que están abocados a ella porque han engrosado -o están a punto de hacerlo- las listas del paro, los que se han quedado sin sus viviendas porque se las han embargado y algún que otro colectivo tremendamente activo que se rebela contra tanta idiocia y desgobierno como el que estamos sufriendo, la ciudadanía en general parece dispuesta a tragar con todo lo que le echen, y permanecer adormecida y quieta, sumergida en una enorme balsa de agua caliente, muy próxima al punto de ebullición, porque lo que sienten en realidad es que, a ellos, el asunto no les afecta de manera directa.
Aquello de "Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy", y mirar para otro lado mientras el resto del mundo se derrite, se está convirtiendo en la marca de fábrica de la sociedad civil española. Ejemplos que ilustran mi aserto, los tenemos por docenas. Por aquello de que este Gobierno eligió a más de 190.000 ranas pasotillas -de nuevo, salvo honrosas excepciones- para hervirlas lentamente el día que intervinieron Afinsa, valga nuestra expoliación, y la manera en que hemos reaccionado frente a la misma, como el primero de dichos ejemplos. La lista al completo sería interminable.
Siempre me he preguntado quienes serán los sociólogos y antropólogos de cabecera del PSOE, porque son tela marinera de buenos. Con todos mis respetos, mucho mejor que Arriola. Los socialistas conocen a la perfección la idiosincrasia del españolito de a pie, y por eso sus experimentos de laboratorio les salen clavaditos.
Y por si alguno pone en duda mis aseveraciones (en su completo derecho está de hacerlo), me permito ilustrar todo lo anteriormente expuesto (rana hervida incluída), insertando el contenido de un artículo publicado hace unos días en "El Confidencial Digital", en el que se analiza el "por qué", de la actitud pasota y tolerante que estamos mostrando todos los españoles, ante el estado de alarma decretado -y prorrogado- por el Gobierno.
Creo que en este artículo quedan reflejadas algunas de las claves que explicarían lo que está sucediendo. Así es cómo nos retratan.
"Por qué a los españoles no les importa vivir en estado de alarma"
Expertos en Sociología y Antropología consultados por este periódico explican que la actitud pasiva y sumisa de los ciudadanos en este asunto responde a motivos históricos, pero también a los episodios concretos vividos durante los días de la crisis de los controladores.
Así son los españoles
De acuerdo con los especialistas, la pasividad, y aun pasotismo de los españoles sobre la circunstancia extraordinaria de vivir en estado de alarma tiene que ver con los siguientes componentes sociológicos:
--Llegada tardía de la democracia. España es un país con una tradición democrática inferior al resto de países europeos, como Inglaterra, Francia o Alemania. En dichas naciones, la sociedad es mucho más reivindicativa y sumisa con el Gobierno, pero los ciudadanos españoles están acostumbrados a aceptar las decisiones del Estado sin apenas cuestionarlas.
--Sociedad civil muy débil. La mayoría de los españoles no tiene una “conciencia política” desarrollada. Existen debates sobre la izquierda y la derecha, pero no hay capacidad crítica para analizar una decisión del Gobierno y falta movilización para hacerla frente.
--El individualismo latino. Los ciudadanos de países latinos, como España, se caracterizan por ser individualistas. Cada sujeto suele aislarse del interés común y sólo luchar por sus propios beneficios. A los españoles les interesaba viajar y no se han parado a pensar las consecuencias que puede tener un estado de alerta.
--Los españoles son envidiosos. En la naturaleza del español está fijarse en los poderes y privilegios de los demás y rechazar a quien tenga más que ellos. Los controladores aéreos son mirados desde ese prisma: forman parte de colectivo minoritario con funciones imprescindibles para el buen funcionamiento de un país. Ese poder, unido a los grandes sueldos y a las pocas horas de trabajo posiciona a los ciudadanos en su contra.
--‘Guerra’ entre la izquierda y la élite. Relacionado con el aspecto anterior, el Gobierno ha convertido esta huelga de controladores en un ataque de la élite a la clase obrera, que había ahorrado para irse de vacaciones. Los Gobiernos del PSOE han señalado a las rentas más altas como el “enemigo natural” del país. El sabotaje protagonizado por unos trabajadores con salarios más elevados que la media ha sido asumido como una muestra más de conflicto entre ‘los ricos’ y ‘los pobres’.
--Depresión de la sociedad ante situaciones de crisis. En los momentos más difíciles del país, en la sociedad española se extiende una sensación de que nada es posible arreglarse. Lo mismo ha sucedido ahora con la crisis económica: los españoles la asumen porque no hay solución a corto plazo y prefieren evadirse. Cuando el Ejecutivo propone una respuesta a otro problema actual como el de la huelga de controladores, la acepta sin más.
Las imágenes del caos
En cuanto a los datos de actualidad, el profesor Alejandro Navas, de la Universidad de Navarra, señala que el recuerdo de lo sucedido en los aeropuertos ha sido decisivo en la pasividad de los españoles.
Las imágenes ofrecidas por televisiones y periódicos del caos en las terminales de todo el país han calado en la sociedad, que reclamó una solución urgente al problema.
Además, la necesidad de viajar en el puente, y tener la certeza de que no habrá problemas de vuelo en navidades, han sido argumentos suficientes para que los ciudadanos acepten un estado de alerta que conlleva la militarización del espacio aéreo.
(El Confidencial Digital)
De acuerdo con los especialistas, la pasividad, y aun pasotismo de los españoles sobre la circunstancia extraordinaria de vivir en estado de alarma tiene que ver con los siguientes componentes sociológicos:
--Llegada tardía de la democracia. España es un país con una tradición democrática inferior al resto de países europeos, como Inglaterra, Francia o Alemania. En dichas naciones, la sociedad es mucho más reivindicativa y sumisa con el Gobierno, pero los ciudadanos españoles están acostumbrados a aceptar las decisiones del Estado sin apenas cuestionarlas.
--Sociedad civil muy débil. La mayoría de los españoles no tiene una “conciencia política” desarrollada. Existen debates sobre la izquierda y la derecha, pero no hay capacidad crítica para analizar una decisión del Gobierno y falta movilización para hacerla frente.
--El individualismo latino. Los ciudadanos de países latinos, como España, se caracterizan por ser individualistas. Cada sujeto suele aislarse del interés común y sólo luchar por sus propios beneficios. A los españoles les interesaba viajar y no se han parado a pensar las consecuencias que puede tener un estado de alerta.
--Los españoles son envidiosos. En la naturaleza del español está fijarse en los poderes y privilegios de los demás y rechazar a quien tenga más que ellos. Los controladores aéreos son mirados desde ese prisma: forman parte de colectivo minoritario con funciones imprescindibles para el buen funcionamiento de un país. Ese poder, unido a los grandes sueldos y a las pocas horas de trabajo posiciona a los ciudadanos en su contra.
--‘Guerra’ entre la izquierda y la élite. Relacionado con el aspecto anterior, el Gobierno ha convertido esta huelga de controladores en un ataque de la élite a la clase obrera, que había ahorrado para irse de vacaciones. Los Gobiernos del PSOE han señalado a las rentas más altas como el “enemigo natural” del país. El sabotaje protagonizado por unos trabajadores con salarios más elevados que la media ha sido asumido como una muestra más de conflicto entre ‘los ricos’ y ‘los pobres’.
--Depresión de la sociedad ante situaciones de crisis. En los momentos más difíciles del país, en la sociedad española se extiende una sensación de que nada es posible arreglarse. Lo mismo ha sucedido ahora con la crisis económica: los españoles la asumen porque no hay solución a corto plazo y prefieren evadirse. Cuando el Ejecutivo propone una respuesta a otro problema actual como el de la huelga de controladores, la acepta sin más.
Las imágenes del caos
En cuanto a los datos de actualidad, el profesor Alejandro Navas, de la Universidad de Navarra, señala que el recuerdo de lo sucedido en los aeropuertos ha sido decisivo en la pasividad de los españoles.
Las imágenes ofrecidas por televisiones y periódicos del caos en las terminales de todo el país han calado en la sociedad, que reclamó una solución urgente al problema.
Además, la necesidad de viajar en el puente, y tener la certeza de que no habrá problemas de vuelo en navidades, han sido argumentos suficientes para que los ciudadanos acepten un estado de alerta que conlleva la militarización del espacio aéreo.
(El Confidencial Digital)
¿Conclusión personal a la que he llegado tras leer el artículo? Ahora comprendo todavía más -y mejor- por qué intervinieron Afinsa, con todo el descaro e impunidad del mundo, y les salió de cine.
Pues entonces, y siendo como somos y actuando como actuamos e importándonos lo que nos importa. Bien está decir,y sálvese quien pueda; que cada país tiene el Gobierno que se merece.
ResponderEliminarDe acuerdo en la observación, amig@ Anónimo. Sin embargo, la pregunta es ¿realmente lo merecemos todos?
ResponderEliminarSlds.
para lo que queda de este solar...cmapo de chacales,hienas y carroñeros..lo mejor es emigrar...y de paso..pa lo que me queda en este convento..me cago dentro...si esto no somos capaces de cambiarlo y meter alos responsbles en los tribunales y en lacarcel y que devuelvan los dienros y o nacionalizarlos o embargarlos..e ilegalizar a los tradiodres a la patria...seccesion,despilfarro,clientilismo,amiguismo,apesebrerismo,paniaguismo electoral, etc...
ResponderEliminarSiempre hay una salida.
ResponderEliminarPero no suele ser cómoda.
Es necesario recuperar el espíritu de la revuelta, la desobediencia civil y pacífica.
Hay otras alternativas, violentas todas ellas, pero no van conmigo. No debería, sin embargo, extrañar a nadie, que esa violencia latente y contenida, esa rabio reprimida, acabe por concretarse en situaciones que no deseamos. La paz es un bien irrenunciable.
Si eso llegara a suceder ... ¿Quién o quiénes serían los responsables?
Primero mostrarte mi admiración y el de toda mi familia por todo el bien que estás haciendo.
ResponderEliminarSoy un afectado de "AFINSA" , un 80 por ciento de la economía de mi hogar estaba en esta empresa.
Y hoy , adentrandome en internet para saber las novedades de afinsa , me he encontrado con esto:
http://teresayabarsterling.blogspot.com/
me ha llenado de indignación , y me causa auténtico enfado todo lo que dice esta señora , pues se rie con verdadero sarcasmo de algo que a mí y a mi familia no nos deja dormir desde hace mucho tiempo.
Me parece vergonzoso que una de las causantes de este saqueo diga alegre y contenta :
DESTRUÍ LOS AHORROS DE CIENTOS DE MILES DE FAMILIAS. EL ESTADO HA PERDIDO MILES DE MILLONES DE EUROS. SIN EMBARGO, YO Y MI FAMILIA CADA DÍA VIVIMOS MEJOR, ¡DEL ESTADO! .
Desde mi cariño y el de toda mi familia mi querida Mila.
Un abrazo