La Historia está llena de ejemplos: el Motín de la Bounty…, el del Acorazado Potemkin…, el de la Royal Indian Navy en 1946…, la famosa tregua de Navidad de 1914 entre alemanes e ingleses durante la Gran Guerra…
En todos ellos un mismo patrón subversivo de conducta en forma de rebelión colectiva. Rebelión contra la tiranía, las injusticias, la opresión, el hambre, las privaciones, la locura impuesta por la guerra y por las inmensas idioteces arbitrarias de quienes ostentan el poder.
En España, que conste, también hemos tenido los nuestros. Uno de los más famosos, si no el que más, el “Motín de Esquilache”. Aquél en que los madrileños pusieron en jaque a la Guardia Valona de Carlos III, cuando, bajo las órdenes del Rey, su ministro Esquilache, quiso imponer a las castizas y tradicionales capas y chambergos de los ciudadanos del lugar un “corte de diseño”, algo a lo que, naturalmente, ellos se negaron montando la parda y respondiendo con la chulería que nos caracteriza a los gatos y gatas de Madrid: “No vamos a hacer lo que nos manda el Rey, porque no nos da la real gana”. Así, con un par. Ante el peso de semejante argumento, su majestad, naturalmente, se la tuvo que envainar y dar marcha atrás. (Ello evitó además, que el asunto pasara a mayores y que Esquilache se quedase sin su gaznate).
A la vista del estrepitoso fracaso de la “conjunción interplanetaria” prevista para ZP, en su “mano a mano” con Obama, tengo para mí que la ministra lo que en realidad quiere es pasar a la Historia, ocupar el puesto que predijo le correspondería a su jefe de filas, ese inútil que nos desgobierna, y ser ella quien finalmente tenga su minuto de gloria. Pues a tenor de los acontecimientos derivados de la puesta en marcha de su “higiénica” ley, – dicen que ella fuma como loca “en la intimidad”-, apuesto a que lo consigue: insumisión del dueño de un asador marbellí; dueños de restaurantes con la cabeza abierta a botellazos; destroce de máquinas expendedoras de tabaco a mazazo limpio, mensajes incendiarios que “echan humo”, (nunca mejor dicho), en los foros de Internet, y el trabajito sucio de su particular “Esquilache” de la mano de la pesebrera y muy bien subvencionada FACUA, se lo están poniendo a huevo.
Sea pues: démosle a Leire lo que quiere y, de ahora en adelante, hablemos del apabullante e inmenso legado de cabreo que, como ministra y a falta de mejores, va a dejar tras de sí con el flamante nombre – rima consonante incluida - de “El Motín de la Pajín”.
¿A que mola?
Creo que como línea general, el tender hacia una sociedad más sana, no está mal. Sí me parece mal la forma en que se hacen ciertas cosas como ésta.
ResponderEliminarLo que creo que es una barbaridad es que, después de hacer gastar importantes cantidades a muchos propietarios de negocios en hacer separaciones físicas para adaptar sus locales a la normativa de hace poco tiempo, ahora sea dinero tirado a la basura.
Por otro lado, da la impresión como dices Mila, de que esta sra, a falta de otros recursos, quiera dar contenido, bueno, mejor sensación de que hace algo, con una iniciativa que indudablemente estaba abocada a la confrontación.
Yo no fumo ni nunca lo he hecho. Y me molesta sobremanera el olor a tabaco, en especial en las comidas o después de ellas. Pero creo que las cosas se pueden hacer de una forma más progresiva y menos traumática. Ya tenemos bastantes tensiones que van en aumento en este país, como para ir echando más leña al fuego.