Respetada Dª Encarnación:
Permítame que me presente. Soy una de las más de ciento noventa mil personas perjudicadas por la intervención gubernamental de Afinsa Bienes Tangibles, S.A.
He de confesarle que he dudado entre dirigirme a usted empleando el término Señoría, o el de Señora; opté finalmente por el de Doña para encabezar mi escrito, en la certeza de dejar las cosas en su debido lugar, puesto que al primero se accede por la vía académica, algo que ya tiene suficientemente acreditado, y al segundo, por la vía de la dignidad, que no necesariamente se ha de vincular al rango de la eminencia ni de la intelectualidad. En adelante, sin embargo, emplearé el término “Señoría”, para expresarle mi queja.
He leído en la publicación digital “ELCOMERCIO.es” una sucinta reseña del acto celebrado en la jornada inaugural del Congreso Nacional de Responsabilidad Civil, en el que su señoría disertó sobre una cuestión tan compleja como la causalidad. Segura estoy de que fue un discurso brillante, aunque a mí me parezca que en términos de aplicación de justicia, algunas de las frases por su señoría pronunciadas hayan dejado mucho que desear, ya que tal concepto debe ser tratado con delicada prudencia. Máxime, si tenemos en cuenta, tal y como reza el encabezamiento de la citada reseña que, refiriéndose precisamente al efecto de la causalidad en la aplicación de la justicia, la frase que da título al artículo: “La causalidad es una lotería y a quien le toca le toca y contento se queda” fue, al parecer, pronunciada por usted directamente.
Leído así, sin conocer el texto íntegro de su discurso, pero enlazando el sacrosanto término de “justicia” – no olvidemos que se inauguraba un Congreso del ámbito de la jurisprudencia - con el de “lotería”, que más bien pertenece al de los juegos de azar, convendrá su señoría que los profanos en la materia como yo, contemplemos semejante comentario desde la perplejidad, una vez ha sido enmarcado en el ámbito de las Administraciones de Justicia cuyo panorama resulta, como mínimo, desalentador.
Si además, según se recoge en el artículo, su señoría recurre al ejemplo de que el Estado español quedó eximido de “pagar a los más de 450.000 afectados por la estafa de Afinsa y Forum Filatélico…” según sentencia del Tribunal Supremo que consideró que el Estado no tenía responsabilidad alguna al respecto, su señoría comete una torpeza impropia de su magisterio, dicho sea con todos los respetos, y sin ánimo alguno de ofensa. Siendo como es Magistrada de la Sala Primera de dicho Tribunal, sorprende la ligereza con que emplea el término «estafa» cuando sus compañeros magistrados evitan el empleo del mismo en su sentencia, porque la causa aún no ha sido juzgada.
Y si bien es cierto que sus compañeros miembros del Tribunal Supremo de la Sección Cuarta de la Sala de lo Contencioso-Administrativo, en su sentencia de 13 de diciembre de 2011, eximen al Estado de toda responsabilidad en la intervención, no es menos cierto que dicho eximente está referido, como bien se indica de principio a fin de dicha sentencia, a rechazar que existiera responsabilidad alguna por no haber vigilado a unas empresas a las que se acusa de estar llevando a cabo una actividad financiera porque, en realidad, muy cierto es que no tenían por qué vigilar. En ese sentido, señoría, el contenido de la sentencia es impecable. Otra cosa muy diferente es la responsabilidad contraída por el Estado al haber intervenido de manera presuntamente injustificada, e ilícita, a dos empresas cuya actividad era de naturaleza mercantil, y sobre las que no pesaba denuncia previa alguna por incumplimiento de ninguno de sus compromisos sociales, fiscales, laborales ni comerciales. Estaríamos entonces ante una clara responsabilidad por "in actuando", por la cual el Estado habrá de asumir en su momento, y de manera inevitable, las consiguientes responsabilidades.
Señoría, desde sus conocimientos como Catedrática de Derecho Civil y desde su postura como Magistrada, deberá compartir conmigo que, por su alcance social y su implicación emotiva, ciertas afirmaciones deberían ser manejadas con exquisita prudencia en evitación de aumentar los daños acumulados, desde hace más de cinco años, por quienes hemos sufrido el expolio de nuestras inversiones, y por todos los que perdieron sus puestos de trabajo. Al hilo de sus manifestaciones, tal vez le interesará saber que son ya muchas las personas fallecidas, las más por enfermedades que se agravaron tras la intervención, otras por suicidio, desde aquel ignominioso 9 de mayo de 2006, sin llegar a saber por qué se propicio su ruina.
Por lo tanto, y ya para concluir, ruego a su Señoría que no mezcle el azar con la justicia, porque, desde mi opinión personal, en el campo de la Justicia, la única lotería que cabría tener en cuenta sería la referida a quién presidirá el Tribunal en el que va a ser instruida una determinada causa y cual será su grado de moralidad y su filiación política. Caso de poder saberlo, y nunca antes, sería cuando la sociedad civil estaría realmente en condiciones de adquirir, o rechazar, las papeletas del "juego".
Si a esta especie de “ Ruleta Rusa mortal”, o de "causalidad por efectos del azar", es a lo que la sociedad civil se ve obligada a llamar Justicia, ello justificaría que pasen las cosas que pasan.
Atentamente suya,
María de los Milagros Hernán Álvarez,
Cliente de Afinsa Bienes Tangibles, S.A.
He de confesarle que he dudado entre dirigirme a usted empleando el término Señoría, o el de Señora; opté finalmente por el de Doña para encabezar mi escrito, en la certeza de dejar las cosas en su debido lugar, puesto que al primero se accede por la vía académica, algo que ya tiene suficientemente acreditado, y al segundo, por la vía de la dignidad, que no necesariamente se ha de vincular al rango de la eminencia ni de la intelectualidad. En adelante, sin embargo, emplearé el término “Señoría”, para expresarle mi queja.
He leído en la publicación digital “ELCOMERCIO.es” una sucinta reseña del acto celebrado en la jornada inaugural del Congreso Nacional de Responsabilidad Civil, en el que su señoría disertó sobre una cuestión tan compleja como la causalidad. Segura estoy de que fue un discurso brillante, aunque a mí me parezca que en términos de aplicación de justicia, algunas de las frases por su señoría pronunciadas hayan dejado mucho que desear, ya que tal concepto debe ser tratado con delicada prudencia. Máxime, si tenemos en cuenta, tal y como reza el encabezamiento de la citada reseña que, refiriéndose precisamente al efecto de la causalidad en la aplicación de la justicia, la frase que da título al artículo: “La causalidad es una lotería y a quien le toca le toca y contento se queda” fue, al parecer, pronunciada por usted directamente.
Leído así, sin conocer el texto íntegro de su discurso, pero enlazando el sacrosanto término de “justicia” – no olvidemos que se inauguraba un Congreso del ámbito de la jurisprudencia - con el de “lotería”, que más bien pertenece al de los juegos de azar, convendrá su señoría que los profanos en la materia como yo, contemplemos semejante comentario desde la perplejidad, una vez ha sido enmarcado en el ámbito de las Administraciones de Justicia cuyo panorama resulta, como mínimo, desalentador.
Si además, según se recoge en el artículo, su señoría recurre al ejemplo de que el Estado español quedó eximido de “pagar a los más de 450.000 afectados por la estafa de Afinsa y Forum Filatélico…” según sentencia del Tribunal Supremo que consideró que el Estado no tenía responsabilidad alguna al respecto, su señoría comete una torpeza impropia de su magisterio, dicho sea con todos los respetos, y sin ánimo alguno de ofensa. Siendo como es Magistrada de la Sala Primera de dicho Tribunal, sorprende la ligereza con que emplea el término «estafa» cuando sus compañeros magistrados evitan el empleo del mismo en su sentencia, porque la causa aún no ha sido juzgada.
Y si bien es cierto que sus compañeros miembros del Tribunal Supremo de la Sección Cuarta de la Sala de lo Contencioso-Administrativo, en su sentencia de 13 de diciembre de 2011, eximen al Estado de toda responsabilidad en la intervención, no es menos cierto que dicho eximente está referido, como bien se indica de principio a fin de dicha sentencia, a rechazar que existiera responsabilidad alguna por no haber vigilado a unas empresas a las que se acusa de estar llevando a cabo una actividad financiera porque, en realidad, muy cierto es que no tenían por qué vigilar. En ese sentido, señoría, el contenido de la sentencia es impecable. Otra cosa muy diferente es la responsabilidad contraída por el Estado al haber intervenido de manera presuntamente injustificada, e ilícita, a dos empresas cuya actividad era de naturaleza mercantil, y sobre las que no pesaba denuncia previa alguna por incumplimiento de ninguno de sus compromisos sociales, fiscales, laborales ni comerciales. Estaríamos entonces ante una clara responsabilidad por "in actuando", por la cual el Estado habrá de asumir en su momento, y de manera inevitable, las consiguientes responsabilidades.
Señoría, desde sus conocimientos como Catedrática de Derecho Civil y desde su postura como Magistrada, deberá compartir conmigo que, por su alcance social y su implicación emotiva, ciertas afirmaciones deberían ser manejadas con exquisita prudencia en evitación de aumentar los daños acumulados, desde hace más de cinco años, por quienes hemos sufrido el expolio de nuestras inversiones, y por todos los que perdieron sus puestos de trabajo. Al hilo de sus manifestaciones, tal vez le interesará saber que son ya muchas las personas fallecidas, las más por enfermedades que se agravaron tras la intervención, otras por suicidio, desde aquel ignominioso 9 de mayo de 2006, sin llegar a saber por qué se propicio su ruina.
Por lo tanto, y ya para concluir, ruego a su Señoría que no mezcle el azar con la justicia, porque, desde mi opinión personal, en el campo de la Justicia, la única lotería que cabría tener en cuenta sería la referida a quién presidirá el Tribunal en el que va a ser instruida una determinada causa y cual será su grado de moralidad y su filiación política. Caso de poder saberlo, y nunca antes, sería cuando la sociedad civil estaría realmente en condiciones de adquirir, o rechazar, las papeletas del "juego".
Si a esta especie de “ Ruleta Rusa mortal”, o de "causalidad por efectos del azar", es a lo que la sociedad civil se ve obligada a llamar Justicia, ello justificaría que pasen las cosas que pasan.
Atentamente suya,
María de los Milagros Hernán Álvarez,
Cliente de Afinsa Bienes Tangibles, S.A.
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